viernes, 5 de agosto de 2011

LOS `PIES SOBRE LA TIERRA (de mi amigo Victor Clementi)

Los pies sobre la tierra (humor)

Frase de almanaque si las hay, evoca una sentencia que repetía mi vieja para imponerme disciplina y cualidades que jamás tendría: ¨Sos una verguenza, poné los pies sobre la tierra, no madurás más..¨
Frase de madre castrense, de maestra ortiva, de padre converso al funcionalismo. Pero hilando fino: inexacta. Tener los pies sobre la tierra supone una cierta estabilidad, tener conciencia de la situación, o ser un elemento útil para el entorno, adecuado a las normativas; en fin, sinónimo de responsabilidad. La antítesis de estar volado y disfuncional.
Cuando en realidad estamos parados sobre una roca que deambula por el Cosmos, sujeta al bombardeo de meteoritos, cometas y asteroides; bajo influencia de radiaciones letales y con la posibilidad que nos devore un agujero negro. Además de otras calamidades difundidas hasta el hartazgo por DISCOVERY TRAGIC.
Evidentemente viajar sobre un planeta tan inestable, que de tanto en tanto depura las entrañas y vomita pus volcánica , sufre espasmos tectónicos o invierte la polaridad para que el otro lado no pase frío, es peligroso.
Basta de disquisiciones inútiles, mejor voy a escuchar ¨Cuando pase el temblor¨ de Soda.

miércoles, 3 de agosto de 2011

AUTOPSIA


 AUTOPSIA
              Los instrumentos están alineados junto a su mano derecha. De mayor a menor. Le gusta el orden. Piensa que tener lo que se necesita en el lugar adecuado y en el momento justo es fundamental. Ya lo ha probado. Nadie más pudo encargarse bien de esta etapa. Necesita que todo esté bajo su control. Con un golpe de vista, su mano alcanza con facilidad lo que requiere para hacer los cortes, abrir, sostener, limpiar, coser, etc.
              A las 6 de la mañana, comienza su labor y por cábala no se cambia la ropa blanca hasta terminar, al anochecer. Nunca hubo reclamos porque él domina bien su actividad. “Lo bueno de este trabajo” –se dice en palabras copiadas de su terapeuta- “es que sublimo mis impulsos agresivos sin hacer daño. Nadie grita ni protesta y siempre salen todos beneficiados.” Tantos años de análisis dan por fin sus frutos.
              Con total concentración, realiza los cortes indispensables y separa en cubetas los diferentes órganos después de pesarlos. Examina huesos, pelo, musculatura, nervios y da por terminadas las incisiones. Tira lo que no sirve. Finaliza su tarea como el profesional que es. Limpia –minucioso- la mesa de trabajo, lava el instrumental y sus manos. Se seca.
              Satisfecho y orgulloso, como todos los días, da vuelta el cartel que dice:   ‘Cerrado’ y abre la carnicería.


domingo, 31 de julio de 2011

AUTOR Y LENGUAJE - MUERTE DEL AUTOR VS NACIMIENTO DEL LECTOR

Por ROLAND BARTHES*
La escritura es ese lugar neutro, compuesto, oblicuo, al que van a parar nuestro sujeto, el blanco-y-negro en donde acaba por perderse toda identidad, comenzando por la propia identidad del cuerpo que escribe.
Siempre ha sido así, sin duda: en cuanto un hecho pasa a ser relatado, con fines intransitivos y no con la finalidad de actuar directamente sobre lo real, es decir, en definitiva, sin más función que el propio ejercicio del símbolo, se produce esa ruptura, la voz pierde su origen, el autor entra en su propia muerte, comienza la escritura. El relato jamás ha estado a cargo de una persona, sino de un mediador, chamán o recitador, del que se puede, en rigor, admirar la «performance» (es decir, el dominio del código narrativo), pero nunca el «genio». El autor es un personaje moderno, producido indudablemente por nuestra sociedad, en la medida en que ésta, al salir de la Edad Media y gracias al empirismo inglés, el racionalismo francés y la fe personal de la Reforma, descubre el prestigio del individuo o, dicho de manera más noble, de la «persona humana». Es lógico, por lo tanto, que en materia de literatura sea el positivismo, resumen y resultado de la ideología capitalista, el que haya concedido la máxima importancia a la «persona» del autor. La imagen de la literatura que es posible encontrar en la cultura común tiene su centro, tiránicamente, en el autor, su persona, su historia, sus gustos, sus pasiones;: la explicación de la obra se busca siempre en el que la ha producido, como si, a través de la alegoría más o menos transparente de la acción, fuera, en definitiva, siempre, la voz de una sola y misma persona, el autor, la que estaría entregando sus confidencias.
En Francia ha sido sin duda Mallarmé el primero en ver y prever en toda su amplitud la necesidad de sustituir por el propio lenguaje al que hasta entonces se suponía que era su propietario; para él, igual que para nosotros, es el lenguaje, y no el autor, el que habla; escribir consiste en alcanzar, a través de una previa impersonalidad – que no se debería confundir en ningún momento con la objetividad castra-dora del novelista realista – ese punto en el cual sólo el lenguaje actúa, «performa», y no «yo». Valéry, al remitir por amor al clasicismo, a las lecciones de la retórica, no dejó de someter al Autor a la duda y la irrisión, acentuó la naturaleza lingüística y como «azarosa» de su actividad, y reivindicó a lo largo de sus libros en prosa la condición esencialmente verbal de la literatura, frente a la cual cualquier recurso a la interioridad del escritor le parecía pura superstición. Proust, a pesar del carácter psicológico de sus análisis, se impuso como tarea el emborronar inexorablemente la relación entre el escritor y sus personajes: al convertir al narrador no en el que ha visto y sentido, ni siquiera el que está escribiendo, sino en el que va a escribir (el joven de la novela – pero, por cierto, ¿qué edad tiene y quién es ese joven’? – quiere escribir, pero no puede, y la novela acaba cuando por fin se hace posible la escritura). En el Surrealismo, prehistoria de la modernidad, indudablemente, no podía atribuir al lenguaje una posición soberana, en la medida en que el lenguaje es un sistema, y en que lo que este movimiento postulaba, románticamente, era una subversión directa de los códigos –ilusoria, por otra parte, ya que un código no puede ser destruido, tan sólo es posible «burlarlo»– pero al recomendar incesantemente que se frustraran bruscamente los sentidos esperados (el famoso «sobresalto» surrealista), al confiar a la mano la tarea de escribir lo más aprisa posible lo que la misma mente ignoraba (eso era la famosa escritura automática), al aceptar el principio y la experiencia de una escritura colectiva, el Surrealismo contribuyó a desacralizar la imagen del Autor. Lingüísticamente, el autor nunca es nada más que el que escribe, del mismo modo que yo no es otra cosa sino el que dice yo: el lenguaje conoce un «sujeto», no una «persona», y ese sujeto, vacío excepto en la propia enunciación, que es la que lo define, es suficiente para conseguir que el lenguaje se «mantenga en pie», es decir, para llegar a agotarlo por completo.
El alejamiento del Autor (se podría hablar, siguiendo a Brecht, de un auténtico «distanciamiento», en el que el Autor se empequeñece como una estatuilla al fondo de la escena literaria) no es tan sólo un hecho histórico o un acto de escritura.’ Transforma de cabo a rabo el texto moderno (o – lo que viene a ser lo mismo – el texto, a partir de entonces, se produce y se lee de tal manera que el autor se ausenta de él a todos los niveles). Para empezar, el tiempo ya no es el mismo. Cuando se cree en el Autor, éste se concibe siempre como el pasado de su propio libro: el libro y el autor se sitúan por sí mismos en una misma línea, distribuida en un antes y un después: se supone que el Autor es el que nutre al libro, es decir, que existe antes que él, que piensa, sufre y vive para él; mantiene con su obra la misma relación de antecedente que un padre respecto a su hijo. Por el contrario, el escritor moderno nace a la vez que su texto; no está provisto en absoluto de un ser que preceda o exceda su escritura, no es en absoluto el sujeto cuyo predicado sería el libro; no existe otro tiempo que el de la enunciación, y todo texto está escrito eternamente aquí y ahora. Es que (o se sigue que) escribir ya no puede seguir designando una operación de registro, de constatación, de representación, de «pintura» (como decían los Clásicos), sino que más bien es lo que los lingüistas, siguiendo la filosofía oxfordiana, llaman un performativo, forma verbal extraña (que se da exclusivamente en primera persona y en presente) en la que la enunciación no tiene más contenido (más enunciado) que el acto por el cual ella misma se profiere: algo así como el Yo declaro de los reyes o el Yo canto de los más antiguos poetas; el moderno, después de enterrar al Autor, no puede ya creer, según la patética visión de sus predecesores, que su mano es demasiado lenta para su pensamiento o su pasión, y que, en consecuencia, convirtiendo la necesidad en ley, debe acentuar ese retraso y «trabajar» indefinidamente la forma; para él, por el contrario, la mano, alejada de toda voz, arrastrada por un mero gesto de inscripción (y no de expresión), traza un campo sin origen, o que, al menos, no tiene más origen que el mismo lenguaje, es decir, exactamente eso que no cesa de poner en cuestión todos los orígenes.
Hoy en día sabemos que un texto no está constituido por una fila de palabras, de las que se desprende un único sentido, teológico, en cierto modo (pues sería el mensaje del Autor-Dios), sino por un espacio de múltiples dimensiones en el que se concuerdan y se contrastan diversas escrituras, ninguna de las cuales es la original: el texto es un tejido de citas provenientes de los mil focos de la cultura. Semejante a Bouvard y Pécuchet, eternos copistas, sublimes y cómicos a la vez, cuya profunda ridiculez designa precisamente la verdad de la escritura, el escritor se limita a imitar un gesto siempre anterior, nunca original; el único poder que tiene es el de mezclar las escrituras, llevar la contraria a unas con otras, de manera que nunca se pueda uno apoyar en una de ellas; aunque quiera expresarse, al menos debería saber que la «cosa» interior que tiene la intención de «traducir» no es en sí misma más que un diccionario ya compuesto, en el que las palabras no pueden explicarse sino a través de otras palabras, y así indefinidamente: aventura que le sucedió de manera ejemplar a Thomas de Quincey de joven, que iba tan bien en griego que para traducir a esa lengua ideas e imágenes absolutamente modernas, según nos cuenta Baudelaire, «había creado para sí mismo un diccionario siempre a punto, y de muy distinta complejidad y extensión del que resulta de la vulgar paciencia de los temas puramente literarios» (Los Paraísos Artificiales); como sucesor del Autor, el escritor ya no tiene pasiones, humores, sentimientos, impresiones, sino ese inmenso diccionario del que extrae una escritura que no puede pararse jamás: la vida nunca hace otra cosa que imitar al libro, y ese libro mismo no es más que un tejido de signos, una imitación perdida, que retrocede infinitamente.
Una vez alejado el Autor, se vuelve inútil la pretensión de «descifrar» un texto. Darle a un texto un Autor es imponerle un seguro, proveerlo de un significado último, cerrar la escritura. Esta concepción le viene muy bien a la crítica, que entonces pretende dedicarse a la importante tarea de descubrir al Autor (o a sus hipóstasis: la sociedad, la historia, la psique, la libertad) bajo la obra: una vez hallado el Autor, el texto se «explica», el crítico ha alcanzado la victoria; así pues, no hay nada asombroso en el hecho de que, históricamente, el imperio del Autor haya sido también el del Crítico, ni tampoco en el hecho de que la crítica (por nueva que sea) caiga desmantelada a la vez que el Autor. En la escritura múltiple, efectivamente, todo está por desenredar, pero nada por descifrar; puede seguirse la estructura, se la puede reseguir (como un punto de media que se corre) en todos sus nudos y todos sus niveles, pero no hay un fondo; el espacio de la escritura ha de recorrerse, no puede atravesarse; la escritura instaura sentido sin cesar, pero siempre acaba por evaporarlo: procede a una exención sistemática del sentido. Por eso mismo, la literatura (sería mejor decir la escritura, de ahora en adelante), al rehusar la asignación al texto (y al mundo como texto) de un «secreto», es decir, un sentido último, se entrega a una actividad que se podría llamar contrateológica, revolucionaria en sentido propio, pues rehusar la detención del sentido, es, en definitiva, rechazar a Dios y a sus hipóstasis, la razón, la ciencia, la ley.
Volvamos a la frase de Balzac. Nadie (es decir, ninguna «persona») la está diciendo: su fuente, su voz, no es el auténtico lugar de la escritura, sino la lectura. Otro ejemplo, muy preciso, puede ayudar a comprenderlo: recientes investigaciones (J.-P. Vernant) han sacado a la luz la naturaleza constitutivamente ambigua de la tragedia griega; en ésta, el texto está tejido con palabras de doble sentido, que cada individuo comprende de manera unilateral (precisamente este perpetuo malentendido constituye lo «trágico»); no obstante, existe alguien que entiende cada una de las palabras en su duplicidad, y además entiende, por decirlo así, incluso la sordera de los personajes que están hablando ante él: ese alguien es, precisamente, el lector (en este caso el oyente). De esta manera se desvela el sentido total de la escritura: un texto está formado por escrituras múltiples, procedentes de varias culturas y que, unas con otras, establecen un diálogo, una parodia, una contestación; pero existe un lugar en el que se recoge toda esa multiplicidad, y ese lugar no es el autor, como hasta hoy se ha dicho, sino el lector: el lector es el espacio mismo en que se inscriben, sin que se pierda ni una, todas las citas que constituyen una escritura; la unidad del texto no está en su origen, sino en su destino, pero este destino ya no puede seguir siendo personal: el lector es un hombre sin historia, sin biografía, sin psicología; él es tan sólo ese alguien que mantiene reunidas en un mismo campo todas las huellas que constituyen el escrito. Y ésta es la razón por la cual nos resulta risible oír cómo se condena la nueva escritura en nombre de un humanismo que se erige, hipócritamente, en campeón de los derechos del lector. La crítica clásica no se ha ocupado nunca del lector; para ella no hay en la literatura otro hombre que el que la escribe. Hoy en día estamos empezando a no caer en la trampa de esa especie de antífrasis gracias a la que la buena sociedad recrimina soberbiamente en favor de lo que precisamente ella misma está apartando, ignorando, sofocando o destruyendo; sabemos que para devolverle su porvenir a la escritura hay que darle la vuelta al mito: el nacimiento del lector se paga con la muerte del Autor.

domingo, 24 de julio de 2011

KARNAVAL EN LÁGRIMAS

KARNAVAL EN LÁGRIMAS
            Fue en Gualeguaychú, en carnaval, en un camping atestado de gente. Era de noche y las carpas, desconocidas entre sí, mezclaban sus estacas. En una, tres adultos y dos nenes bochincheaban. Uno de ellos, Matías, disfrazado de mosquito, arremetía molesto sobre su hermano, sus papás y el abuelo. Todos se reían. Hasta que un aguijón de acero (una aguja de colchonero encontrada en un cajón de la casa) revoloteando por ahí, perforó el paquete de arroz, el de la yerba, una almohada y sin querer, claro, varios brazos. En minutos, las risas se apagaron. Miguelito, vestido de globo, lloraba mirándose la pierna con un hilo de sangre; la mamá gemía; el papá, creyendo que su pequeño mosquito humano era de la especie anofeles, trató de aplastarlo con el skate. No pudo. Desde las otras carpas llegaban gritos, chistidos, amenazas. El juego no permitía el descanso de nadie en ese camping. Pero era Carnaval y el mosquito se sentía feliz. Nunca había visto tanta sangre, y estaba fascinado. No había forma de pararlo. Con toda la energía de sus seis años se escapó de la casita verde, y picó a otros acampantes a través de las lonas.
            No entendía por qué lloraban tanto. Después de todo, la mamá le había cosido el disfraz…Cuando el abuelo, con habilidad desesperada, consiguió desprender sus alas de alambre y tela medio-sombra, Matías se dio cuenta de que, por alguna razón que no alcanzaba a comprender, el carnaval había llegado a su fin. Cansado, se durmió en el brazo de su papá que permanecía intacto.
            Nunca  va a olvidar esa noche. Nadie en la familia va a poder olvidarla.
            

domingo, 19 de junio de 2011

CÓMO ENTENDER A BORGES EN LA ACTUALIDAD

Se cumplieron hace diez días 25 años de la muerte del reconocido escritor; de qué manera traer su obra a nuestros días; la mirada de los jóvenes.

                                     

  Hace 25 años, Jorge Luis Borges , uno de los escritores argentinos más importantes de la historia literaria, fallecía en Ginebra, Suiza, para darle paso a través de sus obras a la inmortalidad de un estilo particular que fue y sigue siendo motivo de elogios y crítica

"Como pocos autores, Borges es nuestro contemporáneo", explica Daniel Molina, integrante del Centro Cultural Rojas y catedrático de las obras del escritor, al tiempo que asegura: "Muchos creen que se trata de un autor de otra época y buscan leer un clásico, pero descubren en él a un extraordinario artista de la actualidad".
En este sentido, el crítico señala que lo interesante de Borges radica en que pese a haber sido "un hombre políticamente conservador y reprimido en materia sexual (basta con leer el libro de Bioy Casares sobre Borges para ver cuán puritano era), es también un autor completamente contemporáneo en cuanto a la percepción de nuestra relación con el tiempo y la experiencia de lo cotidiano".

¿Cuál es tu frase preferida del escritor? Dejanos tu opinión a través de los comentarios
Borges fue un hombre de otro siglo, que vivió en un contexto diferente al actual. Sin embargo, insiste, tuvo una imaginación que le permitió pensar situaciones que sólo suceden en esta época: "Pareciera que hubiera anticipado Internet. Relata experiencias y desarrolla argumentos que en los tiempos de la Web suenan familiares: ubicuidad, instantaneidad, mundos paralelos, personalidades múltiples, identidades no convencionales y universos infinitos que caben en una esfera de tres centímetros de diámetro".
"En ese vaivén (entre el hombre de 50 años y el que imaginó nuestra experiencia) radica su riqueza", agrega.
¿Qué elementos entonces traen a Borges a nuestros días? "La experiencia de las identidades cambiantes, no fijas, y la aceleración y bifurcación del tiempo, tal como sucede en Internet", ratifica Molina.
Borges, en la mirada de la juventud. ¿Cuál es el conocimiento general que tienen las nuevas generaciones sobre el autor? Tras una recorrida realizada por lanacion.com en distintas universidades se desprende que, a nivel general, pocos estudiantes reconocen haberlo leído. Otros apenas saben de su existencia y una gran mayoría afirma no haber leído nada del escritor.
"En el colegio me hicieron leer varios textos de él como Biografía de Tadeo Isidoro Cruz y La espera , que me gustaron mucho", comenta Joaquín (18)


"Sinceramente nunca leí a Borges, creo porque no se me presentó la oportunidad y no por algún prejuicio contra él", cuenta Rocío (19), al tiempo que Sabrina (19) también refuerza su postura: "Me acuerdo sí de Cortázar y Neruda, pero de Borges no me acuerdo haber leído, la verdad que en el Colegio tampoco me lo hicieron leer".
A pesar del nivel general de los consultados, unos pocos se distinguieron de la media: "En parte por interés propio y por otro lado porque me mandaron del colegio, leí cuentos y poemas de Borges. La verdad que disfruto mucho cuando lo leo", asegura Julián (19).
Carolina (20) y Antonio (22) reconocen haber leído "alguno" de sus textos aunque al momento de dar precisiones aseguran: "La verdad que no recuerdo cuál fue, pero lo leí".
Cómo iniciarse en su lecturaMolina sugiere comenzar a leer a Borges a través de Historia Universal de la Infamia, su primer libro de relatos. Para quienes prefieran empezar a interactuar con relatos menos extensos, se puede optar por los cuentos incluidos en El informe de Brodie o los cuentos breves recogidos en El hacedor.
Un joven fuera de serie. Los 20 años lo encontraron a Borges en pleno proceso creativo. Estaba en España, adonde había viajado con su familia, y sin buscarlo terminó por definir allí su vocación artística: participó del movimiento literario ultraísta y escribió dos libros que nunca se publicaron.

Dos años después, regresó a la Argentina y se deslumbró con Buenos Aires. La sentía diferente y renovada. Esos cambios en su sensibilidad no tardaron en exteriorizarse y dieron origen a su primer libro de poesía: como un tributo a lo vivido, nació Fervor de Buenos Aires , que incluyó temas que luego lo acompañaron durante toda su carrera.

Desde los 20 a los 30, reforzó varios de los rasgos que traía desde niño, entre ellos, su intelectualidad y su soledad. Nunca fue un hombre de muchos amigos, por lo que tampoco vislumbró con claridad la alta popularidad que alcanzaría en la adultez. Y mitigó su costado solitario con la presencia de su madre, una figura que lo acompañó hasta su muerte.

El amor llegó tarde en la vida de "Georgie" -como le decía su abuela inglesa-. Si bien reconocía su importancia porque creía que sólo el amor podía ofrecerle una salida a la "irrealidad" en la que se veía sumido desde niño, sufrió varias decepciones amorosas. Recién a los 60 años conoció a María Kodama, y a los 70 se consolidaron como pareja.
DIXIT"La muerte es algo que tiene que marcar a todos los hombres. La idea de que podemos cesar en cualquier momento, que somos fortuitos, casuales, tiene que emocionar a cualquiera que no sea del todo insensible"
"La democracia es un abuso de la estadística"
"Ojalá merezcamos no tener ningún gobierno alguna vez, en ningún país del mundo"
"No estoy nada seguro de que alguien pueda ver a Dios"
"No odies a tu enemigo, porque si lo odias eres de alguna manera su esclavo. Tu odio nunca será mejor que tu paz"

lunes, 13 de junio de 2011

EL DIGNO OSARIO (de mi entrañable amigo Gustavo Olaiz)

12 de junio de 2011 (publicado en el Blog:www.silvialoustau.com (otra amiga)

El digno Osario por Gustavo Olaiz- Mar del Plata

El digno osario
Ayudado por su gran memoria el elefante se dirigió al único lugar donde los demás lo dejarían solo.
Un elefante no entra a un cementerio salvo si quiere morir.
Pasos decididamente lentos mueven las columnas de sus patas, su andar arenoso.
Se deja caer como un mundo en el lugar elegido.
Una montaña gris respirando lentamente.
Tal vez sea derecho, tiene el colmillo de ese lado más desgastado.
Deja un ojo en tierra, el otro apuntando al cielo. El cielo que revolotean los buitres volando en círculos.
Esqueletos blanqueados al sol, por los carroñeros, por el tiempo. Ruinas blancas de otras vidas.
La manada lo sigue a unos centenares de metros de distancia. Sin embargo no penetran el campo de las enormes osamentas. Están afuera esperando. Cuando lo ven inmóvil, tirado a un costado pronuncian los más viejos un profundo bramido que los hombres y los animales de menor tamaño no pueden escuchar, no alcanzan a oír. Un sonido de muy baja frecuencia. El quejido sordo de la sabana, un elefante está muriendo. Es el ulular de un buque, las orejas flamean extendidas. Formados en abanico, las demás bestias de la manada le dedican una última mirada. Y se retiran solemnemente.
Criatura yunque, bestia imán con conciencia de la muerte.
Imágenes caóticas se suceden en la mente del animal, se ve peleando, nadando de noche bajo la luna. Empieza a delirar.
La muerte se toma su tiempo para dominar sus toneladas.

viernes, 3 de junio de 2011

CACERIA NO PREMEDITADA


CACERÍA NO PREMEDITADA
           Somos tu techo, me dicen las golondrinas. No hay nada más en lo alto.
           Apoyo la cabeza y sin quererlo, mis dedos de cazador, disparan repetidamente el fusil.
           Cae la bandada y entra en paisajes del mundo desconocido. El regocijo y la pasión desaparecen con sus alas.
           Todo se va poniendo frío para mi mano voluntaria, y son muy apretados los pasos del más acá.
           Me he convertido en un sin techo.
           Por encima sólo el Universo.

viernes, 20 de mayo de 2011

AGUJEROS


Agujeros

            El cenicero rebalsa de puchos anónimos. Falta media hora para que lo atienda el doctor y el vicio descontrolado marca el tamaño de su nerviosismo. Repentinamente se acuerda de Cintia, hace veintipico de años que dejaron de verse. Justo en este momento el doctor lo llama, se levanta y deja la revista sobre la mesa. Descubre que desea escapar del consultorio y tocar el timbre de esa casa, a sólo dos cuadras, que había visitado día tras día para conversar, escuchar discos en el Winco, tomar mate, hasta conseguir que fuera su novia.
            Mientras huele el hueso de su diente tratado por el torno se pregunta por qué algunas cosas pasan tan pronto, mira las pupilas del doctor y conjetura sobre cómo seguirá la vida al terminar su día de dentista. Como si nada, después de hacer un buche y con los labios aún dormidos por la anestesia lanza un: “¿qué hace doc cuando sale de acá?” Un misil corazón a corazón. Tocado y hundido cae en su propia duda; todo lo que tiene como certeza es ese día hasta las 19 horas, con el último paciente. Su primer impulso es hacer caso omiso a la pregunta, pedirle que abra más la boca y trate de no hablar para no entorpecer el trabajo. Pero después boceta un “no sé, veré qué me voy a hacer de cenar, usted sabe que todo no se puede prever”.
            Se enjuaga de nuevo y le vuelve Cintia, los compañeros  y el exilio. Después de lo que parecieron siglos regresó invadido de canas y remordimientos. ¿Estará todavía en la misma casa? El pensamiento se escapa en palabras, le pregunta a ese hombre de chaqueta blanca y éste, aún con el torno en la mano, confundido y extrañado, le devuelve una frase con signo de interrogación: “¿Cintia Arévalo, de este barrio?” El torno le parece de pronto una ametralladora. Fija la vista en la lámpara y el tiempo parece detenérsele. Hace un ruido intentando  contestarle –sí- y se le llenan los ojos de lágrimas. (Ahora viene la amalgama). Mientras la prepara y forma el color exacto como buen profesional que es, el dentista ve de reojo la mirada vidriosa de un hombre: comprende el dolor de la soledad y el recuerdo. Mide su propia congoja y, alargando como chicle su compasión, larga un lento --“Nos separamos hace dos meses, no hay hijos. Por si le interesa, tiene el camino libre, mantenga la boca apretada para sacar la huella, que pronto terminamos”. Estas palabras salen entrecortadas de la garganta de ese hombre, pero no derrama penas.
            Pasaron cuarenta minutos. El trabajo, concluido. Un apretón de manos sella la despedida y, antes de cerrar la puerta del consultorio repite al dentista: “Es cierto, todo no se puede prever”.

Lidia B. Castro Hernando y gustavo ortiz





viernes, 13 de mayo de 2011

FESTIVAL AZABACHE EN MAR DEL PLATA

En estas playas se gestó el mito del "Loco de la ruta", un supuesto asesino serial que estrangulaba y descuartizaba prostitutas. Aquí trascendió, entre disparos y cabarets, la figura de "Pepita la Pistolera". Y fue la escenografía en la que Carlos Monzón saltó sin escalas de los títulos de la sección Deportes a las páginas reservadas a los crímenes.
Todo ocurrió en esta ciudad, la misma donde el género policial y la novela negra estrenarán hoy su gran encuentro, con el inicio del 1er. Festival Azabache.
Amantes y seguidores de este sendero de la literatura tendrán durante el fin de semana una amplia oferta que incluirá charlas y presentaciones de libros a cargo de destacados escritores, muestras de fotografías y de video que recuerdan los casos policiales más recordados y estremecedores, junto con talleres a cargo de guionistas de cine y televisión y dibujantes de cómics.
El festival, que surgió como un sueño a principios de 2010 y se convirtió en una oportunidad con el apoyo del gobierno municipal, fue ideado por Carlos Balmaceda, Fernando del Río y Javier Chiabrando, autores locales que incursionan en el género y consideraban que Mar del Plata sería el lugar ideal para un encuentro de ese tipo.
"La trayectoria de los autores que han confirmado su asistencia demuestra que estamos ante un encuentro de excelente nivel y que llegó para quedarse", cuenta Balmaceda, que con su novela La plegaria del vidente ganó, en 2003, el primer premio de la Semana Negra de Gijón, el encuentro más importante y tradicional del género.
La apertura oficial será hoy, a las 11, en Plaza del Agua, epicentro del grueso de las actividades. Siempre con entrada gratuita para todas las propuestas, se presentará la muestra Casos de novela, se proyectarán videos y, por la tarde, mesas redondas con -entre otros- Hugo Burel, Gustavo Nielsen, Mariano Valerio, Guillermo Martínez, Vicente Battista y Lucio Yudicello. Parte apenas de las figuras invitadas, entre las que se destacan Juan Sasturain, el mexicano Fritz Glockner Corte, Guillermo Orsi, Javier Sinay y Pablo De Santis.
Esta tarde, en La Bodeguita, habrá una muestra fotográfica de casos policiales, y en el teatro Colón se proyectarán los films La cruz del Sur y La sangre brota . Mañana se presentará un concurso de relatos policiales abierto a estudiantes secundarios. Los mejores textos serán premiados e incluidos en un futuro libro antológico, se anticipó.
Habrá charlas con investigadores de casos criminales. Entre los convocados se encuentra el fiscal general del Departamento Judicial Mar del Plata, Fabián Fernández Garello.


miércoles, 11 de mayo de 2011

A LOS 88 AÑOS MURIO LA ESCRITORA ALICIA JURADO

A los 88 años, murió la escritora y académica Alicia Jurado
OTRA GRANDÍSIMA QUE SE NOS FUE
Doctora en ciencias naturales por la UBA, activa participante del legendario Grupo Sur, miembro de la Academia Argentina de Letras -desde 1980, cuando ocupó el sillón "Juan Bautista Alberdi" y sucedió así a su gran amiga Victoria Ocampo-, traductora, colaboradora de los más importantes diarios de la Argentina, Alicia Jurado -había nacido en 1922 y falleció anteayer a los 88 años- perteneció por derecho propio a esa brillante generación de escritores argentinos que constituyeron el núcleo principal y generador constante de obras de calidad de la literatura argentina del siglo XX, del cual Jorge Luis Borges es el ejemplo máximo.
No es fácil resumir una trayectoria larga y tan rica, por la variedad de ámbitos de la cultura que le interesaron y de los que participó, además de haber sido una viajera incansable, de lo cual también dejó testimonio en sus escritos.
Aunque empezó a publicar a los 30 años (su primer artículo, "La mujer argentina ante la libertad", fue una colaboración que apareció en este diario, cuando Eduardo Mallea era el director del Suplemento Literario), su obra fue abundante y abarcó varios géneros. En ella hay novelas, como La cárcel y los hierros (1961, Faja de Honor de la SADE), En soledad vivía (1967, Primer Premio Municipal de la ciudad de Buenos Aires), El cuarto mandamiento (1974) o Los hechiceros de la tribu (1980); los libros de cuentos Leguas de polvo y sueño (1965) o Los rostros del engaño (1968); ensayos, como el magistral Genio y figura de Jorge Luis Borges (para la colección de Eudeba, 1964 y 1981, y uno de los más importantes textos biográficos sobre el escritor), Vida y obra de W. H. Hudson (1971, Segundo Premio Nacional Juan Bautista Alberdi y Primer Premio Municipal de Ensayo), El escocés errante. R. B. Cunninghame Graham (1978, Primer Premio Nacional de Ensayo y Crítica Literaria), o ¿Qué es el budismo? (1991, en el que colaboró con Jorge Luis Borges), y sus tres libros de memorias - Descubrimiento del mundo, 1922-1952 (1989), El mundo de la palabra, 1952-1972 (1990) y Las despedidas, 1972-1992 (1992)-, prácticamente sus últimos textos, con los cuales dio testimonio, de una manera muy personal y con pasajes de un profundo lirismo, de su mundo y del mundo que conoció, en el cual algunos de sus amigos más queridos eran escritores: Borges, Victoria Ocampo, Olga Orozco, Oliverio Girondo, Bioy Casares, con los cuales compartió gustos, aficiones y también posiciones políticas.
La joven graduada en Ciencias Naturales supo muy pronto que su verdadero camino era la escritura y a ella le dedicó su vida. Pero su actividad no se limitó a escribir, también participó activamente de otros aspectos de la vida literaria: en 1959-1960 fue secretaria de la Sociedad Argentina de Escritores (SADE); en 1975, presidió el Centro Argentino del PEN Club Internacional, como vicepresidenta, y, ese mismo año, recibió el Premio Alberdi-Sarmiento, instituido por el diario La Prensa y discernido por el Instituto Popular de Conferencias, y en 1986 formó parte del Fondo Nacional de las Artes.
Con la misma pasión con que se comprometió con el oficio de escribir, defendió la democracia en su patria, la Argentina, cuando consideró que estaba en riesgo, durante la primera y segunda presidencia de Juan Domingo Perón, y dio fe siempre de su espíritu republicano en colaboraciones periodísticas y apariciones públicas, porque -decía- entre los deberes del escritor y del periodista hay obligaciones inmediatas; por ejemplo, explicarle a la población "la historia verdadera de aquellos ídolos en que no sólo los pies fueron de barro" y porque "la gran tragedia argentina es el olvido" y, algo peor que eso, "la modificación del pasado".

 

jueves, 5 de mayo de 2011

TRIBUNAL DE LA LEGUA

TRIBUNAL DE LA LEGUA
            Sogel, Zerva y Gertrude parecían buenas, pero en realidad eran tontas. Aún más, tenían esa estupidez maligna propia de la adolescencia, deseosa de ser y no poder, cansada de no ser más y persistir. Copiaban de sus madres los prejuicios y de sus padres, los vicios. Se decían amigas pero de a dos eran crueles verdugos de la ausente. Por eso trataban de no separarse nunca. Habían tomado la costumbre de hablar a mitad del camino, alejadas del pueblo, intercambiando chismes seguramente falsos sobre cuanta mujer viviera sola. Esto les tomaba dos horas de cada rutinario día de sus vidas. Cuando no quedaba más qué comentar ese día, sacaban las pipas y los odres de cerveza, y descontroladas, simulaban imitar a las que habían criticado, cuando en realidad daban rienda suelta, como caballos desbocados, a sus más ocultas y naturales tendencias.

sábado, 30 de abril de 2011

MURIÓ EL MAESTRO ERNESTO SÁBATO

Murió el escritor argentino Ernesto Sabato

Debido a su ceguera, el autor se había visto obligado en los últimos años a abandonar la lectura y la escritura, y a llenar su tiempo con otras aficiones.|
                                                               Ernesto Sábato: Argentina llora su muerte


martes, 26 de abril de 2011

BORGES PERPETUO EN LA FERIA DEL LIBRO DE 2011

Silvina Premat Pasada la mediática visita del premio Nobel de Literatura 2010, Mario Vargas Llosa, muchos de los actos, mesas redondas y presentaciones de la 37a Feria del Libro de Buenos Aires se concentran en la figura de Jorge Luis Borges, el escritor argentino a quien, según dijo su colega peruano en estos días, "resucitaría y le entregaría el Nobel".
Los 25 años transcurridos desde el fallecimiento del autor de El Aleph en la ciudad de Ginebra -que se cumplirán el próximo 14 de junio- se están recordando en esta edición de la Feria con iniciativas que incursionan en su psicología, su memoria, sus falsificadores, su concepción y sus vínculos con la política, o que relatan simples anécdotas de la vida cotidiana que pintan su temperamento.
"En estos 25 años desde su muerte, su figura creció y se agigantó. Hoy es reconocido en todo el mundo y se lee a Borges desde las matemáticas, desde la filosofía o desde las religiones", dijo Alejandro Vaccaro, presidente de la Sociedad Argentina de Escritores (SADE), biógrafo y coleccionista de objetos y textos borgianos.
"Debe de ser el escritor sobre el que más libros se han escrito en los últimos años. Yo sólo tengo 600 títulos escritos sobre él", agregó Vaccaro durante el panel "Borges, una mirada a 25 años de su muerte", realizado ayer en la sala Roberto Arlt.
"Su cerebro era como el de una computadora moderna. Dictaba las frases que ya tenía pensadas y después se las acordaba tal cual. Su prodigiosa e inmaculada memoria le permitió reescribir algunos textos que perdió", dijo, por su parte, Roberto Alifano, quien fue secretario de Borges de 1974 a 1985 y que participó del acto de la tarde de ayer, uno de los cinco organizados por la SADE dentro de la Feria y en torno de la figura de Borges.
Al responder una pregunta del público sobre cómo pudo haber influido la actitud política de Borges con el hecho de no haber recibido nunca el Premio Nobel, Alifano consideró que el autor de Ruinas circulares fue imprudente al viajar a Chile para recibir el doctorado honoris causa que le entregaron en Valparaíso, ocasión que el dictador Augusto Pinochet supo aprovechar, según Alifano, para darle una condecoración en un acto público.
"Esto tuvo mala prensa y sirvió para consolidar argumentos que tenían algunos enemigos de Borges en la Academia Sueca", dijo quien se presenta como el amanuense de Borges y es autor de varios libros sobre conversaciones con Borges y de una biografía que recibió un premio de la crítica española.
Fragmentos de la obra de Borges se leyeron el sábado en un espectáculo al aire libre, organizado por el Ministerio de Cultura del gobierno porteño y llamado Malyevados + 34 puñaladas .
En tanto, el Viernes Santo, "El inconsciente de Borges" fue el tema de otro panel promovido por la SADE. Uno de los dos oradores, el secretario general de la SADE, el psicólogo Ernesto Fernández Núñez, hizo una comparación entre el planteo que hace Borges sobre el destino en sus poemas y cuentos, y el del psicoanálisis.
Fernández Núñez afirmó que en Borges se refleja el concepto de neurosis de destino de Sigmund Freud y citó, como ejemplo, los versos de Borges: "Todo encuentro casual es una cita; toda muerte es un suicidio".
"Borges también toma de Nietzsche el concepto de «eterno retorno» por el que todo volverá a suceder", dijo Fernández Núñez, y agregó: "La obra de Borges invadió en estos años todas las disciplinas profesionales, incluida la psicología". Dijo que es notable que cada vez más psicólogos usen poemas, por la influencia que tienen en el discurso analítico.

lunes, 18 de abril de 2011

MURIÓ EL GRAN PERIODISTA, ESCRITOR Y SOCIALISTA DARDO CÚNEO

A los 97 años murió la semana última el escritor, periodista y político Dardo Cúneo, cuya vida transcurrió entre sus desvelos por una sociedad más justa, devenidos de sus profundas raíces socialistas, y la importancia que le daba a la cultura en la que deja huellas concretas con obras sobre personajes trascendentes de la historia y de las letras como Domingo Faustino Sarmiento, Juan B. Justo y Lisandro de la Torre.
Había nacido el 14 de febrero de 1914 como Enrique Dardo Cúneo, aunque el primer nombre quedó guardado en los documentos.
Dos veces presidente de la Sociedad Argentina de Escritores (SADE), Dardo Cúneo había sido desde su juventud un militante del socialismo, partido del que integró su comité ejecutivo al que renunció en septiembre de 1951.
Férreo crítico de los gobiernos peronistas y profundo defensor de la libertad de expresión, Dardo Cúneo intentó primero organizar un ala alternativa al Partido Socialista, para terminar confluyendo en el liderazgo de Arturo Frondizi.
Acompañó a Frondizi tanto en la campaña proselitista, como encargado de prensa, como jefe de Prensa de la Presidencia, una vez que el gobierno del dirigente radical intransigente llegó a la Casa Rosada.
En abril de 1959, Frondizi lo designó embajador en México, pero el Senado de la Nación no le dio el acuerdo respectivo, por lo cual el presidente tuvo que retirar la nominación y enviarlo, en agosto de ese mismo año, como ministro consejero de la Argentina ante la Organización de Estados Americanos (OEA).
En su larga trayectoria literaria, durante la cual recibió el Gran Premio de Honor de la SADE, Dardo Cúneo dejó una extensa bibliografía sobre cuestiones políticas y literarias: La aventura de América ; Sarmiento y Unamuno; El d esencuentro argentino: 1930-1955; Las nuevas fronteras; Aventura y l etra de América latina; El primer periodismo obrero y socialista en la Argentina ; Comportamiento y crisis de la clase empresaria ; El r omanticismo político, y La batalla de América latina.
Escribió las biografías de dos dirigentes destacados del socialismo como Juan B. Justo y Lisandro de la Torre, y entre sus libros de poemas, se recuerdan Cuaderno olvidado , que recopila sus trabajos entre 1937 y 1950, y Experiencia de la poesía , que reúne sus obras entre 1938 y 1978.

Escritosdemiuniverso

Este blog es como ese universo que construyo día a día, con mis escritos y con los escritos de los demás para que nos enriquezcamos unos a otros. Siéntanse libres de publicar y comentar. Les ruego, sin embargo que lo hagan con el respeto y la cultura que distingue a un buen lector y escritor natural.



“Que otros se jacten de las páginas que han escrito; a mí me enorgullecen las que he leído…”
Jorge Luis Borges



Escritura

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esa pluma que todos hubiéramos querido tener entre nuestros dedos