OBSESIÓN ESTÉTICA
Silvia se mira en el espejo largo rato. Recorre pausadamente su rostro
con las manos tratando de detectar anormalidades subcutáneas imperceptibles a
la vista; ejercita sus músculos para retrasar la aparición de arrugas. Como se
lo enseña a otras en su programa por cable sabe bien qué hacer. Se coloca
lociones y cremas para mantener el cutis sano. Y por fin, prueba los últimos
maquillajes que salieron a la venta. Tiene el cabello fuerte, brillante y dócil
y esto le permite cambiar el peinado varias veces y quedarse con el que le
sienta mejor. En el cuarto se detiene unos minutos ante el espejo de cuerpo
entero observándose de frente, de perfil, de espaldas (de paso ejercita los
músculos del cuello), verifica las medidas para controlar que su estricta dieta
continúe dando buenos resultados; pasa entonces a probarse la ropa que usará
esta noche, o mañana por la mañana. Conecta la plancha y deja impecable la
pollera, el pantalón, la camisa o el suéter. Elige la bijou que se acomoda
mejor al estilo que va a llevar. Termina justo a tiempo para tomar su baño de
inmersión con espuma y aceites. En la bañera practica ejercicios modeladores y
reafirmantes y al terminar se ducha rápidamente con agua fría para estimular
los capilares. Su madre, modelo profesional, le enseñó desde la niñez todo lo
necesario para ser eternamente joven y bella.
Silvio (nombre que le habían
puesto al nacer) no consiguió nunca que su padre la considerara una mujer, como
lo hacían todos los demás.