ADICCIÓN
En el sueño
me acerco, silenciosa, prudente a tu retiro apartado del mundo; el sigilo me
domina al abrir la puerta y, en secreto,
me deslizo temblando entre tus sábanas. Tus brazos consienten mis caricias y el
placer desborda nuestros cuerpos. La noche pasa vertiginosa y, exhaustos, nos
rendimos a la pequeña muerte.
Despierto
empapada. Y estás lejos, muy lejos, separado de mí por un océano. El deseo me
encadena noche tras noche tras noche, ansiando que vuelvas. Pero ya no es
posible: hace tiempo que tu adiós fue definitivo. Y soy una adicta sin remedio.