viernes, 21 de febrero de 2020


EL ÁRBOL DEL OLVIDO

“En mis pagos hay un árbol… / que del olvido se llama… /
donde van a despenarse, vidalitay… / los moribundos del alma”.

Era “La Canción del árbol del olvido” de Alberto Ginastera, y el árbol existía en Potrerillos, Mendoza. Era conocido por todos los lugareños y cuando yo comenté que quería ir a visitarlo, mis padres dijeron que debía tener mucho cuidado porque una vez ahí, todas las penas se olvidaban y nunca más tendrían dueño.
       No fui en ese entonces. Pasó mucho tiempo antes de que pudiera encarnar el valor necesario para tamaña empresa. Recordaba siempre esa palabra, únicamente esa: “cuidado”.
      Con los años, me hice mujer, me casé, tuve un hijo, me divorcié, infinitas veces me hirieron y herí. Me levanté una y otra vez, lloré, reí, me aparté del mundo, regresé.
      Cuando ya estaba convencida de que había aprendido lo suficiente de la vida, corrí el riesgo y tomé el tren. Luego un micro. Y allí, a la vera de aquel riacho de montaña bañado por el sol, encontré el árbol. Cansada de tanto vivir dormité apoyada en él. Al despertar por el frío anochecer de los cerros, recordé sólo lo bueno transitado desde la infancia.
      Volví impaciente a la ciudad, inocente a los cincuenta y feliz como una niña.
     Después, poco a poco e inevitablemente, caí en los mismos errores que había cometido antes.








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Este blog es como ese universo que construyo día a día, con mis escritos y con los escritos de los demás para que nos enriquezcamos unos a otros. Siéntanse libres de publicar y comentar. Les ruego, sin embargo que lo hagan con el respeto y la cultura que distingue a un buen lector y escritor natural.



“Que otros se jacten de las páginas que han escrito; a mí me enorgullecen las que he leído…”
Jorge Luis Borges



Escritura

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