sábado, 1 de febrero de 2014

MIS CUENTOS RECOMENDADOS

101 Cuentos cortos recomendados
  1. EL SUICIDA, Enrique Anderson Imbert (Argentina, 1910 – 2000).
  2. REVOLUCIÓN, Slawomir Mrozek, (Polonia, 1930).
  3. EL GIGANTE EGOÍSTA, Oscar Wilde (Irlanda, 1854 – 1900).
  4. EL ESPEJO CHINO, Cuento anónimo chino.
  5. EL OTRO YO, Mario Benedetti (Uruguay, 1920-2009). 16-2-2011
  6. LA MONTAÑA, Enrique Anderson Imbert (Argentina, 1910-2000). 10-4-2011
  7. “HABLABA Y HABLABA…”, Max Aub (París –España, 1903-1972). 3-5-2011
  8. GÉNESIS 2. Marco Denevi (Argentina, 1922-1998). 17-5-2011
  9. LA TRISTEZA, Rosario Barros Peña (España, 1935). 17-5-2011
  10. FIESTA DE DISFRACES, Woody Allen (Estados Unidos, 1935). 19-5-2011.
  11. EL PAN AJENO, Varlam Shalámov (Rusia, 1907-1982). 21-06-2011
  12. EL TAPIZ DEL VIRREY, Pedro Gómez Valderrama (Colombia, 1923-1970). 25-6-2011
  13. LOS BÁRBAROS, Pedro Ugarte (España, 1963). 26-6-2011
  14. MUERTE DEL CABO CHEO LÓPEZ, Ciro Alegría (Perú, 1909-1967). 28-06-2011.
  15. REUNIÓN, John Cheever (Estados Unidos, 1912-1982). 1-7-2011
  16. LA GALLINA, Clarice Lispector (Brasil, 1920-1977). 1-7-2011
  17. LITERATURA, Julio Torri (México, 1889-1970). 4-7-2011
  18. EL HÉROE, Rabindranath T. Tagore (India, 1861-1941). 11-7-2011
  19. GÉNESIS, Marco Denevi (Argentina, 1922-1998). 14-7-2011
  20. PARA MI CHICA LA MARGA, Martín Civera López (España). 14-7-2011
  21. MOMOTARO, Cuento popular japonés. 16-7-2011
  22. EL ÁNGEL DE LA MUERTE Y EL REY DE ISRAEL, Cuento-apólogo anónimo de Las mil y una noches. 16-7-2011.
  23. FIN DE BAILE, Miguel Ángel Hurtado (España). 19-7-2011
  24. “TE QUIERO A LAS DIEZ DE LA MAÑANA…”, Jaime Sabines (México, 1926-1999). 19-7-2011
  25. “EL PRIMER DÍA…”, Juan Sternberg (Bélgica, 1929). 20-7-2011
  26. AVISO, Salvador Elizondo (México, 1932-2006). 21-7- 2011
  27. EL NIÑO AL QUE SE LE MURIÓ EL AMIGO, Ana María Matute (España, 1926). 21-7- 2011
  28. EL NIÑO LADRÓN Y SU MADRE, Fábula de Esopo (Grecia, s. VI a. C.) 23-7-2011
  29. LA MIRADA DEL MOSQUITO, Yalal Al-Din Rumi (Persia.1207-1273) 25-7-2011
  30. EPITAFIO DE UNA PERRA DE CAZA, Petronio (Escritor latino de principios del S. I, muerto el año 66) 25-7-2011
  31. LA FRAGA DE CECEBRE, Wenceslao Fernández Flórez (España, 1885-1964). 26-7-2011
  32. TERCERA HISTORIA, Giovanni Guareschi (Italia, 1908- 1968). 27-7-2011
  33. LA MUJER DEL BANDIDO, Andrés Ibáñez (España, 1961). 28-7-2011
  34. LA ÚLTIMA FLOR, James Thurber (Estados Unidos, 1894-1961). 29-7-2011
  35. EL ESPEJO DE MATSUYAMA, cuento popular japonés. 30-7-2011.
  36. EL TILO, Luis Mateo Díez (España, 1942). 1-08-2011
  37. EL CABALLO Y EL HOMBRE, Antonio Ferres (España, 1924). 2-08-2010.
  38. EL COLOMBRE, Dino Buzzati (Italia, 1906- 1972). 3-08-2011.
  39. EL PAISAJISTA, Cuento anónimo chino. 4-08-2011.
  40. EL LEÓN Y LA LIEBRE, Fábula del Panchatantra indio. 4-08-2011.
  41. LA PALOMITA DE LA PATITA DE CERA, Cuento popular de Nicaragua. 5-08-2011.
  42. EL VERDUGO WANG LUNG, Viejo cuento chino. 6-08-2011.
  43. GANAS DE DORMIR, Anton Chéjov (Rusia, 1860-1904). 7-08-2011.
  44. A ENREDAR LOS CUENTOS, Gianni Rodari (Italia, 1920-1980). 8-08-2011.
  45. MELODÍA LÚGUBRE, Grace Paley (Estados Unidos, 1922-2007). 9-08-2011
  46. EL PARAGUAS JACINTO, Álvaro Cunqueiro (España, 1911-1981). 10-08-2011
  47. EL SALVAJE, de Juan Gracia Armendáriz (España, 1965). 11-08-2011.
  48. LA FUENTE DE LA JUVENTUD, Cuento popular japonés. 12-08-2011
  49. LA ESTEPA RUSA, José Jiménez Lozano (España, 19309). 14-08-2011.
  50. LA NAVE BLANCA, Howard Phillip Lovecraft (Estados Unidos, 1890-1937). 14-08-2011.
  51. EN LA PELUQUERÍA, Kjell Askildsen (Noruega, 1929). 16-08-2011.
  52. BRILLANTE SILENCIO, Spencer Holst (Estados Unidos, 1926-2001). 16-08-2011.
  53. OLOR A CEBOLLA, Camilo José Cela (España, 1916-2002). 19-08-2011.
  54. BREMBER, Dylan Thomas (Gran Bretaña, 1914-1953). 23-08-2011.
  55. TODO ES CINE, Manuel Vicent (España, 1936). 24-08-2011.
  56. SUEÑO MARINO, Sam Shepard (Estados Unidos, 1943). 25-08-2011.
  57. EL ENAMORADO DE LOS VALLES CORALINOS, Adrian Conan Doyle (Inglaterra, 1910-1970). 26-8-2011.
  58. [SI HUBIERA SOSPECHADO LO QUE SE OYE…], Oliverio Girondo, (Argentina, 1891-1967). 31-8-2011.
  59. ABUELITA, Hans Christian Andersen (Dinamarca, 1805-1875). 1-9-2011.
  60. PIEDAD PARA LA BELLEZA (Una vieja historia de la antigua Grecia). 3-09-2011.
  61. EL PUEBLO EN LA CARA, Miguel Delibes (España, 1920-2010). 4-9-2011.
  62. FILEMÓN Y BAUCIS, versión libre de una leyenda de origen desconocida recogida por Publio Ovidio Nasón en Las metamorfosis (7 d. C).
  63.  LA MIGALA, Juan José Arreola (México, 1918-2001). 7-9-2011.
  64.  LAS CIUDADES Y LOS INTERCAMBIOS. 1, Italo Calvino (Italia, 1923-1985). 8-09-2011.
  65.  VEINTISIETE, Georgio Manganelli (Italia, 1922-1990). 9-9-2011.
  66.  LA HIJA DEL GUARDAGUJAS, Vicente Huidobro (Chile, 1893-1948). 10-9-2011.
  67.  NIÑA DE NIEVE (Cuento popular de Ucrania). 12-9-2011.
  68.  LAS LÍNEAS DE LA MANO, Julio Cortázar (Argentina, 1914-1984). 13-9-2011.
  69.  INSTANTÁNEA, HARVEY CEDARS: 1948, Paul Lisicky (Estados Unidos, 1959). 15-9-2011.
  70.  LA ROSA, Juan Eduardo Zúñiga (España, 1929). 15-9-2011.
  71.  LEMMINGS, Richard Matheson (Estados Unidos, 1926). 15-9-2011.
  72.  LA MIMBRERA, Liev N. Tolstói (Rusia, 1828-1910). 16-9-2011.
  73.  LA CREACIÓN DE LA TIERRA Y EL CIELO, relato mítico de los indios jíbaros de la amazonía ecuatoriana. 17-9-2011.
  74.  EMMA ZUNZ, Jorge Luis Borges (Argentina, 1899-1986). 20-9-2011.
  75.  EQUIVOCACIÓN, Karel Capek (República checa, 1890-1938). 21-9-2011.
  76.  EL ASESINO, Stephen King (Estados Unidos, 1947). 22-9-2011.
  77.  LOS PANES NEGROS, Anatole France (Francia, 1844-1924). 22-9-2011
  78.  VENDRÁN LLUVIAS SUAVES, Ray Bradbury (Estados Unidos, 1920). 23-9-2011.
  79.  NOCTURNO, Ricardo Güiraldes (Argentina, 1886-1927). 24-9-2011.
  80.  LA MANO, Ramón Gómez de la Serna (España, 1888-1963). 26-9-2011.
  81.  BUENA ACCIÓN, Roland Topor (Francia, 1938-1997). 26-9-2011.
  82.  REDACCIÓN, Quim Monzó (España, 1952). 27-9-2011.
  83.  EL PESCADORCITO URASHIMA, versión de Juan Valera (1824-1905) de un antiguo relato japonés.
  84.  CABEZA RAPADA, Jesús Fernández Santos (España, 1926-1988). 29-9-2011.
  85.  LA FELICIDAD CLANDESTINA, Clarice Lispector (Ucrania-Brasil, 1920-1977). 30-9-2011.
  86.  LA OBRA MAESTRA, Álvaro Yunque (Argentina, 1889-1982). 30-9-2011.
  87.  LAS PANTERAS Y EL TEMPLO, Abelardo Castillo (Argentina, 1935). 1-10-2011.
  88.  BLANCANIEVES SE DESPIDE DE LOS SIETE ENANITOS, Leopoldo María Panero (España, 1948). 2-10-2011.
  89.  CELEBRACIÓN DE LA FANTASÍA, Eduardo Galeano (Uruguay, 1940). 3-10-2011.
  90.  CAPITÁN LUISO FERRAUTO, Juan Rodolfo Wilcock (Argentina-Italia, 1919-1978). 4-10-2011.
  91.  EL DESERTOR, José María Merino (España, 1941). 4-10-2011.
  92.  LOS OJOS DE CELINA, Bernardo Kordon (Argentina, 1915-2002). 5-10-2011.
  93.  EL ÁLBUM, Medardo Fraile (España, 1925). 6-10-2011.
  94.  EL CERDITO, Juan Carlos Onetti (Uruguay, 1909-1994). 7-10-2011.
  95.  FÁBULA, Robert Fox (Estados Unidos, 1952). 8-10-2011.
  96.  EN LA NOCHE DE LA ÚLTIMA NOVENA DE DIFUNTOS, Alfonso Rodríguez Castelao (España, 1886-1950). 9-10-2011.
  97.  EL RAMO AZUL, Octavio Paz (México, 1914-1998). 10-10-2011.
  98.  EVELINE, James Joyce (Irlanda, 1887-1941). 11-10-2011.
  99. MARAMA Y EL RÍO DE LOS COCODRILOS. Cuento popular africano. 11-10-2011.
  100. WOOD´STOWN, Alphonse Daudet (Francia, 1840-1897). 13-10-2011.
  101. AÑOS, Cesare Pavese (Italia, 1908-1940). 16-10-2011
¡QUÉ LOS DISFRUTEN MUCHO!!

jueves, 23 de enero de 2014

DISFRACES

            Lo había comprado en el Paseo Alcorta. Cuando se lo mostró a Gaby, adujo un impulso irrefrenable. Se habían reído a carcajadas intercambiando imágenes y escenas probables cuando lo usara. Prometió que iba a contarle todos los pormenores, y que además se lo prestaría para su próximo encuentro íntimo. Volvió a Chivilcoy con su bolsita roja enmoñada. Hola, llegué esta tarde; todo bien, ¿Querés cenar mañana? Ocho y media. Bueno, el postre, esta vez, lo pongo yo.
            El día siguiente se hace larguísimo. Una semana en Buenos Aires le bastó para darse cuenta de que, muy a pesar suyo, lo extraña. Se conocen desde hace poco. Le gusta por sus pocas palabras, su sensibilidad.
            Carlos llega puntual, como de costumbre, el mejor vino en una mano y un ramo de fresias en la otra. Ella le dice dame esas cosas que las pongo en la mesa, quiero un abrazo, ¡te extrañé! Yo también, contesta él y la encierra contra su cuerpo alargando el beso. La cena transcurre entre sonrisas cómplices, dedos que se acarician, mucha comida sin tocar en el plato y la botella, vacía. Voy a poner música y bailamos ¿querés? No sé bailar, Ani. No importa, yo te llevo. Paz Martínez acerca sus cuerpos y en un minuto están en el dormitorio, por primera vez. Ella pide dos para arreglarse y en el baño se pone el conjunto de corpiño y medias leopardo. Se mira en el espejo. Bien, Ani. Eso, Ani. Parecés una puta, lo vas a matar.
            Cuando vuelve del baño, él está en la cama, sin el pantalón, sin el suéter, sin la camisa, con unos calzoncillos blancos a lunares rojos, medias-tres-cuartos marrones y musculosa. Ana queda paralizada. Se miran. Él se levanta, se viste. Ella lo acompaña a la puerta. Se dan un beso en la mejilla.
            Se va. Para siempre.



jueves, 16 de enero de 2014

SE NOS FUE UN GRANDE DE LA LITERATURA

AUTOR DE MÁS DE 30 LIBROS

A los 83 años, murió en México el poeta y escritor argentino Juan Gelman, muy justo ganador del Premio Cervantes. 

El poeta Juan Gelman, que a lo largo de su vida conjugó la prosa con la vocación revolucionaria y la búsqueda de justicia por sus hijos y nuera desaparecidos, murió este 
martes a los 83 años en México, lugar en el que residió los últimos 25 años de su vida.

miércoles, 15 de enero de 2014

ALGO DE BELLEZA SIN REBUSQUES DEL MAESTRO JUAN GELMAN

Viendo a la gente andar
Viendo a la gente andar, ponerse el traje,
el sombrero, la piel y la sonrisa,
comer sobre los platos dulcemente,
afanarse, correr, sufrir, dolerse,
todo por un poquito de paz y de alegría,
viendo a la gente, digo, no hay derecho
a castigarle el hueso y la esperanza,
a ensuciarle los cantos, a oscurecerle el día,
…………………………………………………………viendo, sí,
cómo la gente llora en los rincones
más oscuros del alma y sin embargo
sabe reír y sabe andar derecho,
viendo a la gente, bueno, viéndola
tener hijos y esperar y siempre
creer que van a mejorar las cosas
y viéndola pelear por sus riñones,
…………………………………………….digo gente,
qué hermoso andar contigo
a descubrir la fuente de lo nuevo,
a arrancar la felicidad,
a traer el fruto sobre el lomo, hablar
familiarmente con el tiempo y saber
que acabaremos y de una buena vez por ser dichosos,
qué hermoso, digo, gente, qué misterio
vivir tan castigado
………………………..y cantar y reír,
…………………………………………….¡qué asunto raro!

Por: Juan Gelman (Tomado de "Violín y otras cuestiones)
Alguito más en:     www.verbosa-mudez.blogspot.com.ar 

viernes, 10 de enero de 2014

OTRO EN EL QUE NO MUERE NADIE

ENSUEÑO
            Cuando despertó a la hora convenida, la cafetera soltó una bocanada de humo. Apareció la música escondida entre libros, y se escuchó el ruido de los faroles que se apagaban en la calle. De una flor de vidrio celeste hizo brotar el dulce de leche sobre las tostadas saltarinas. Mientras, los árboles iban pintando de verde el cielo. Cada vez que las partituras abiertas en el piano de la sala estiraban sus pétalos blancos, caían lágrimas de nostalgia. La cama escondió el hueco de placer y lo guardó hasta la noche salpicado de suspiros. Por la ventana abierta, la arena se colaba sin permiso. El calor y el amarillo pintaban poco a poco los ojos abiertos de las casas. Él, temeroso de un sueño, comenzó a silbar el desayuno y el sonido salió por la chimenea despierta. Todo era real.
Estaba enamorado.


domingo, 29 de diciembre de 2013

VA UNO DE AMOR...

CUESTIÓN DE GUSTOS

            Ludmila está harta de esa música. Nadie podía decir de ella que era sorda, más bien todo lo contrario. Ama los sonidos y son su pan de cada día, por algo es compositora: enciende la radio ni bien se despierta, y se envuelve en jazz. Trabaja en casa, con su computadora, su piano, sus hojas pentagramadas, y siempre acompaña las inevitables tareas de la casa con las FM on line: prefiere las escandinavas e inglesas porque la música clásica la tranquiliza y la mantiene concentrada. Cuando termina, alrededor de las seis de la tarde, coloca sus preciosos vinilos en el tocadiscos, hasta que se acuesta.
            Sobreviene el calvario. Su vecino la perturba. El tumulto de su música heavy metal y rock pesado, se le mete como intruso en la oscuridad de su cuarto. Imposible dormir. Durante el día, su música, lagos y nubes pastando sobre el teclado. De noche, la de él, tormentas y erupciones volcánicas.
            El encargado del edificio le comentó que se llama Alan, es compositor y bajista de una banda: Los Rudos, o algún nombre así de mediocre. De día, duerme la mona, dijo. Y ella piensa que seguramente duerme también el ácido.
            Lo odia sin conocerlo; lo odia por lo que toca, lo odia porque desde que se mudó, hace un mes, no puede pegar un ojo.
            Con un oído contra la pared medianera, intenta descubrir algo más: cómo es, qué edad tiene, de qué color son las paredes del cuarto. Sabe que esto es imposible pero ejerce metódicamente la vigilancia del gato sobre el ratón. Total, el sueño ha desaparecido.
            Ya no puede trabajar tranquila, su mente está centrada en el otro lado. Del otro lado.
            Una tarde cualquiera, sale del departamento y mientras cierra con llave ve que Rudo (así lo llama para abreviar) también se dispone a tomar el ascensor. No puede volver a entrar, le parece que sería más que descortés, sería agresivo. De modo que yendo hacia el elevador aprovecha para mirar. No tiene más que un minuto pero observadora como es, desnuda una vertiginosa radiografía: no más de treinta años, casi dos metros de altura, castaño lacio, pulcro  y frugal por lo bien vestido y delgado. Nada de lo que imaginó.
            Él le da el paso para entrar y bajan juntos sin dirigirse la palabra. Al llegar a la pequeña escalinata que desciende a la calle, queda un escalón más alto que él. No sabe por qué, pero su brazo se extiende y apoya la mano sobre el hombro de su vecino (ya dejó de llamarlo Rudo porque el mote no le va). Él se da vuelta, sorprendido, y clava sus ojos vegetalmente verdes en ella. Paralizada, no atina más que a generar algunos sonidos embobados, al tiempo que su rostro se torna colorado. Tartamudea un "los dos somos músicos…me parece". La sonrisa de Alan se despliega con dulzura y le toma las manos: "¡vos sos la pianista!  Duermo y te escucho; me calmás tras las noches agitadas de rock". Ludmila cree que va a desmoronarse. Juró que después de Francisco no entraría ningún hombre más en su vida. Y ahora siente un pánico atroz. No puede retirar las manos, el mundo alrededor se nubla, su corazón galopa. "Sí, yo te escucho a la noche. No soy muy rockera pero… sé  que los dos componemos".

            Ya están los dos en la vereda y no se han soltado las manos. Alan y Ludmila caminan desde ahora, juntos. Luzmila no sabe por qué pero ahora le gusta el rock.

domingo, 8 de diciembre de 2013

UNA HISTORIA DEL PASADO

1940
            Vivíamos al lado de la única casita verde de la cuadra, separados por un jardín largo y angosto. Mi ventana daba a la suya, oscurecida por una pesada cortina de tela rosa, aunque traslúcida. De noche, después de que terminábamos de cenar; después de que rezábamos con mamá junto a la cama; después de que me preparaba para dormir; después de que ella cerraba la puerta de mi cuarto, me levantaba sigiloso y miraba a través de mis cortinas a lunares, hacia esa ventana inquietante.
            Ese era el momento en que la señoritaDulceDelia, mi maestra de 2° grado entraba a su dormitorio y empezaba un ritual incomprensible, pero que yo, maravillado, seguía cada noche: prender un velador con cristales colgantes de colores, sentarse frente a un espejo y con algo en la mano seguir las líneas de los ojos, de la boca, dar golpecitos en su cara; y al deshacer el ajustado rodete, dejar caer por la espalda una tormenta de pelo oscuro como la que yo nunca había visto antes y juro que nunca lo vería.
            Recuerdo que me restregaba los ojos llorosos de tanto mantenerlos abiertos.
            Al levantarse del asiento, se quitaba el saco con solapas, la falda gris y la camisa blanca y, como tantas veces había sorprendido a mi madre antes de tomar un baño, se quedaba con unas enaguas brillantes que desde los hombros llegaban hasta no sé dónde. Mirándose en el espejo, de pie, las dejaba caer al suelo.
            No podía creer lo que estaba pasando, y cuanto más fijaba la vista más aumentaba mi asombro. El color de su cuello y sus piernas me resultaba mágico, irreal. Entonces, se dirigía a un ropero con luna, lo abría y sacaba un vestido rojo que deslizaba con lentitud por su cuerpo. Siempre el mismo. De una caja tomaba una flor amarilla que abrochaba en su pelo, por sobre la oreja.
            Yo predecía estos movimientos noche tras noche, conociendo el orden, como el del libro de cuentos leído cientos de veces y del que un chico nunca se cansa. Me adelantaba, considerándome un adivino: “Ahora…te vas a servir un vaso con un líquido oscuro que hay en un botellón con tapa; ahora lo vas a tomar despacio en el silloncito mientras fumás un cigarrillo como los de papá; ahora…vas a prender la radio para escuchar música…” Me fascinaba saber el futuro.
            Algunas veces esa persona misteriosa que era mi maestra, se incorporaba al sonar un vals y con el vaso en una mano y el cigarrillo en la otra, daba vueltas y vueltas por el cuarto en penumbras. En otras ocasiones la perdía de vista.  Reaparecía y su risa me hacía temblar. Nunca había escuchado antes a alguien en soledad que riera de esa manera, libre y aparentemente sin motivo. Era extraño y al mismo tiempo lindo verla así. En la escuela jamás la había escuchado gritar y, cuando me tocaba, sus manos eran suaves como plumas. Sin embargo  aunque no parecía enojada se la veía siempre seria, como ocultando cierta tristeza.
            Una de esas noches, salió de la habitación. Al volver, apareció acompañada de un hombre. La luz se apagó y fue la primera vez que rompió la rutina.
            —¿Mamá, la señoritaDulceDelia es como vos? 
—No…ella no es como yo: ella no tiene ni puede tener marido, ella es un ángel de la guarda porque es una maestra; ella es tu segunda mamá y ustedes son como sus hijos.
            Pero la señoritaDulceDelia no tenía alas cuando se sacaba la ropa.
            Yo tenía un secreto. Un secreto enorme y magnífico: la señoritaDulceDelia no era un ángel ni mi segunda mamá. Era una mujer y nadie se había dado cuenta porque era imposible verla en otro lugar que no fuera la escuela. Después de las horas de clase desaparecía del mundo. No paseaba, no iba a tomar helado, no tenía amigas.
            Mis ocho años querían que todos supieran que la señoritaDulceDelia era como todas las madres, que le gustaba la música y bailar, y también hacía algunas otras cosas, como fumar y beber. En ese entonces yo quería casarme con ella cuando fuera grande.
            Después de hacer los deberes, una tarde le escribí una carta contándole lo que sabía y pidiéndole perdón por mirarla a la noche; que yo sabía que no era un ángel como creía mi mamá y que así la quería más. Que me gustaba su vestido rojo y su flor amarilla, y esas cosas…
            Al otro día en la escuela, le di el sobre antes de formar para izar la bandera. Mientras cantábamos Aurora me di cuenta de que la DirectoraEma se lo pidió antes de que lo abriera. Yo, inocente, estaba contento: todos se iban a enterar y la iban a premiar por ser tan buena sin ser un ángel.  Esperé todo el día a que me dijera algo. Supuse que había recibido una noticia triste porque se sonaba la nariz  todo el tiempo y tenía los ojos llorosos.
“Mañana me vas a contestar”
            Pero ese mañana no llegó. La señoritaDulceDelia no volvió al grado y trajeron otra maestra suplente. Llamaron a mi madre y a partir de esa noche, cuando me iba a dormir, cerraba los postigones de la ventana después de darme un beso. Pusieron un cartel de venta en la casita verde y nunca más vi a mi maestra.
            Hoy, setenta años después, todavía me arrepiento de no haber sabido guardar un secreto.
            —Bueno, ya te conté… Dale, ahora te toca a vos: hablame de la señoritaVerónica. Te gusta, ¿no? ¡Vamos…! ¡Soy tu abuelo! A mi podés decirme la verdad. Te prometo que queda entre vos y yo.
           



miércoles, 4 de diciembre de 2013

TRAS LA MÁSCARA

Tras la máscara

          De repente esa imagen me resulta extraña. Círculos verde claro como los de ciertos dibujos animados japoneses. Sin las pestañas postizas impresionan como cuadros futuristas, incomprensibles, enmarcados por unos finos arcos dibujados con lápiz negro que no acusan movimiento alguno. Viejas persianas, ahora abiertas con desmesura, sorprendidas. Nunca antes las vi llorando y ahora desprenden gotas densas, pegajosas y negras.
           Sobre el mentón distingo un rojo corazón de rouge, menos ancho que el dedo meñique, ahora manchado de negro y deformado. No sonríe, en cambio percibo el pavor. A simple vista, nadie puede saber si tras esa forma ridícula hay humedades o un vacío interminable y seco. Esa grieta cerrada se abre y estalla en monosílabos agudos tratando de ahuyentar el miedo.
       Arriba, y en esa imagen que dolorosamente se va transformando de a poco, un apéndice inmenso y carnoso con dos agujeros, de los que sobresalen descuidadamente unos finos pelos aún ardiendo de clorhidrato.       
       Dos óvalos heridos de plata 900 sobresalen a los lados de una forma casi calva sobre la que hace instantes descansaba una peluca pelirroja.
            El resto, blanco pálido, talcoso.

        Esa cara en dos dimensiones, hace apenas unos minutos la de un travesti, va a desaparecer en el momento en el que yo, mujer atrapada en cuerpo masculino, apague la luz del baño y deje de mirarme en el espejo.

sábado, 23 de noviembre de 2013

PREMIO CERVANTES 2013


La escritora mexicana Elena Poniatowska es la ganadora del Premio Cervantes de 2013, en cuyo palmarés sucede al poeta gaditano José Manuel Caballero Bonald. Poniatowska se convierte así en la cuarta mujer que entra en el palmarés del primer premio de la literatura en español, después de Dulce María Loynaz, María Zambrano y Ana María Matute. 

Poniatowska es un caso singular en la literatura mexicana: nació en París, hija de una familia de nobles polacos huidos de los turbulencias políticas de la época. Sólo llegó a México y al idioma de su literatura (también el de su familia materna) cuando tenía siete años. Pasó la adolescencia en estados Unidos y llegó a la edad adulta con el equipaje de una princesa austrohúngara. 

Y con esa extraña presencia, Poniatowska debutó en la literatura con los relatos de Lilus kikus (1954). "Todo en este libro es mágico", dijo Juan Rulfo de aquel debut, que, como su primera novela, Hasta no verte Jesús mío, sólo es un presagio de lo que iba a significar su carrera. Fue el periodismo, dicen los cercanos a Poniatowska, el alimento que dio proteínas y nervio a la obra de la autora, el que evitó que sus relatos fueran las historias de una niña bien que se interesa por los pobres. 

"Lo malo es quedarse mucho tiempo en el periodismo. Pero la verdad es que es difícil salirse de él. Después de que el periodismo lo pica a uno no es nada fácil librarse", dijo en 2010 Poniatowska, que debutó en los medios con una larga serie de entrevistas que la acercaron a la tierra. Es el tópico casi confirmado de muchos escritores latinoamericanos: la extravagancia del día a día en el que viven mejora sus fantasías. Amanecer en el Zócalo. El libro crónica Los 50 días que confrontaron a México y su ensayo sobre Octavio Paz,Octavio Paz: Las palabras del árbol, son dos pruebas de ese realismo periodístico. 

Y no sólo eso: cuando se leen novelas como El tren pasa primero se reconocen técnicas propias del periodismo aplicados a asuntos historiográficos y a temas tan sociales como la injusticia, la moralidad, la colectividad... En aquellas páginas, la historia de la Revolución Mexicana aparecía contada desde la esquina de unos trabajadores ferroviarios en medio de la contienda. Quien haya leído cualquier novela de Aguilar Camín o Los testigos de Juan Villoro, ya sabe de dónde les viene una parte, al menos, de la inspiración. 

El nombre de Poniatowska, atractivo parta un jurado por la extensión de su carrera y por su posición atípica en la literatura latinoamericana (contemporánea al Boom pero ajena a su núcleo duro), no estaba entre los favoritos del Cervantes de este año. Si se atendía a la lógica de que este año tocaba un escritor latinoamericano y un narrador, los favoritos eran el argentino Ricardo Piglia y el nicaragüense Sergio Ramírez. Piglia, más intelectual; Ramírez, más poético. Poniatowska queda en medio, más pegada a la tierra. 


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Jorge Luis Borges



Escritura

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