AUTOPSIA
Los instrumentos están alineados junto a su mano derecha. De mayor a
menor. Le gusta el orden. Piensa que tener lo que se necesita en el lugar
adecuado y en el momento justo es fundamental. Ya lo ha probado. Nadie más pudo
encargarse bien de esta etapa. Necesita que todo esté bajo su control. Con un
golpe de vista, su mano alcanza con facilidad lo que requiere para hacer los
cortes, abrir, sostener, limpiar, coser, etc.
A las 6 de la mañana, comienza su
labor y por cábala no se cambia la ropa blanca hasta terminar, al anochecer.
Nunca hubo reclamos porque él domina bien su actividad. “Lo bueno de este
trabajo” –se dice en palabras copiadas de su terapeuta- “es que sublimo mis
impulsos agresivos sin hacer daño. Nadie grita ni protesta y siempre salen
todos beneficiados.” Tantos años de análisis dan por fin sus frutos.
Con total concentración, realiza
los cortes indispensables y separa en cubetas los diferentes órganos después de
pesarlos. Examina huesos, pelo, musculatura, nervios y da por terminadas las incisiones.
Tira lo que no sirve. Finaliza su tarea como el profesional que es. Limpia
–minucioso- la mesa de trabajo, lava el instrumental y sus manos. Se seca.
Satisfecho y
orgulloso, como todos los días, da vuelta el cartel que dice: ‘Cerrado’ y abre la carnicería.
Oye Lidia, no me digas que vende carne humana en su carnicería. Así tenemos algunos personajes en nuestro Mexican Horror Show (las Noticias) de cada día, como "el Pozolero"
ResponderEliminarMe se olvidaba que olvidé darte un saludo de parte de Isabel Caballero.
ResponderEliminarJean