INSOMNIO
Las primeras
luces naturales y todavía estás con los ojos abiertos. Nada ayuda: ni la leche
caliente, ni la pastilla amarilla, ni el vaso de whisky, ni la película de
Retro. El dos de oro rechaza tus párpados persianas y los posibles sueños. Las
horas pasan lentas como siglos cuando todo está oscuro, y la primera línea
clara que se forma sobre el parquet a las cinco de la madrugada, te augura otro
día de bostezos y mal humor.
Quisieras morir con la última campanada del día, ésa que
marca el final de las veinticuatro horas, la del himno nacional por la radio;
quisieras morir la muerte pequeña de cada noche.
Pero hace meses que para vos, el descanso se convirtió en
espera, en deseo, en falta, en algo desconocido o perdido.
Todavía seguís con los ojos abiertos porque hace mucho
que no los cerrás, lechuza humana.
Tomás las treinta pastillas de Rohypnol con un vaso de
agua y caés en brazos de un Morfeo eterno. Por fin vas a dormir. Tranquilo.
Nadie va a despertarte.
¡¡Menos mal!! Es un cuento corto ... así, de repente, (sabiendo que el insomnio es la oportunidad de aprehender la Magia Nocturna y practicar la observación de la Bóveda Celeste, encontrando formas como encontramos entre las nubes, un Rorschach natural mal aplicado por la siquiatría), leyendo de corrido creí que estabas al punto del suicidio voluntario. Ni sabes el peso opresor que desapareció al leer tu etiqueta: CUENTO CORTO. Aconsejaría ponerla como subtítulo, pues otro más cardíaco que yo podría azotar espontáneamente, que el susto aún no me abandona. Tu cuento corto ¡¡ESTÁ FANTÁSTiCO!! mi estimada Lidia Hitchcock. BESOS!
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