EL ANZUELO
Lo llamo el cofre delator. Crea una escena del crimen en
la que el ladrón potencial es
descubierto de inmediato.
El cofre de cuero rojo y negro, permanece silencioso en
un rincón de la habitación. Decenas de manos de amigos y no tanto, dejaron sus
huellas en la diminuta manija que cuelga en la puertita ubicada en el frente.
Como criminales, cuando quedan a solas, y cada uno a su
tiempo, abren curiosos la puerta rebatible, sospechando tesoros escondidos por
mí con avaricia. Mientras, a propósito, yo me quedo en una habitación
cualquiera y alejada; entonces, son sorprendidos por la música de un vals
vienés y un botellón de anís con cuatro copitas por todo valor.
Es una de las acciones ambiguas que me ha permitido
sentirme generosa: invariablemente todos se consideran menos perfectos de lo
que creen, y juntos nos podemos reír de nuestra común humanidad.
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Gracias por tu comentario. Lidia