“LO MATARON POR UN VIDRIO ROTO”
Comodoro Rivadavia,
CHUBUT, 5 de enero de 2013. Un joven de 21 años, Cristian A. murió después de
recibir 25 puñaladas por parte de un agresor que lo acusó de haberle roto el
vidrio de su auto e insultarlo, en el barrio Máximo Abásolo de esta ciudad. El
agresor de 25 años de edad, Marcelo V. circulaba en el vehículo Renault Clio
junto a su novia, Betty C., cuando un grupo violentó el auto nuevo. El joven
abandonó el coche y enfrentó a los agresores con un cuchillo. Pero tomó
represalia sobre uno de ellos en particular, de 21 años, quien recibió 25
puñaladas ante la mirada atónita de sus amigos que, frente al ensañamiento, no
se atrevieron a intervenir.
Cristian conoce a Betty un sábado de Bersuit. Se imagina entre sus
piernas y se alimenta de ese sueño hasta el sábado siguiente. Betty no sueña.
Planea los próximos besos como un general su batalla. Pero no es una estrategia
vacía de emoción. Cada vez que piensa en Cristian tiembla y los suspiros recorren
su garganta hasta lastimarla. No está dispuesta a perderlo. Este sábado se
atrapan con brazos y lenguas.
Mientras, Marcelo está en la Capital por negocios. Betty y él son
novios desde hace dos años. Todo tranquilo, suaves proyectos de convivencia sin
sed ni heridas. Entre ellos las palabras son tibias y nunca se plantean
alcanzar el sol, sino una linda casita, un buen pasar, hijos.
Marcelo regresa con un coche nuevo y antes de poder mostrárselo a su
novia, le llegan voces susurradas con malicia. Betty no es capaz de traicionarme
se dice, y da por finalizado el tema, por eso en el encuentro no percibe ni las
palabras atrapadas ni los gestos reprimidos de ella. La invita a cenar al nuevo
restaurante del Pasaje Corintos, dispuesto a fijar una fecha de casamiento.
Compra los anillos. Pasa una noche feliz
sin darse cuenta de que Betty transita por un largo momento de nubosidad
variable en sus afectos. Decide que le entregará las alianzas a medianoche, junto
al lago del Parque.
Cristian y sus amigos toman
cerveza en la puerta del boliche La Guarida, de Corintos y Vega. Los hechos se
desencadenan así: Marcelo dobla en esa esquina sin aminorar la marcha. Uno del
grupo que está en la calle hace malabarismos con tres botellas. Ve de reojo el
coche. Con brillante torpeza, una da en la
ventanilla del conductor. El vidrio se astilla. Marcelo frena en seco. Sale del
auto con una inexplicable arma blanca. Aunque los otros se abalanzan sobre él
para frenarlo, el destino parece guiarle la mano: dedica los 25 movimientos de
atrás hacia adelante en el estómago, el corazón y el hígado -uno por cada uno
de sus años- exclusivamente a Cristian, ante una Betty hecha piedra y pánico.
El joven señalado por los testigos como el autor del crimen
permanece detenido en la seccional 6° de la policía de esta ciudad. Alega que
no soportó que desconocidos violentaran su coche nuevo. Se lo juzgará por
homicidio en segundo grado con ensañamiento y alevosía.
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