EL VELORIO
“Si
hacen bochinche no hay más velorio”. Eso fue lo que dijo mi abu María cuando
entró en el living, esa noche. Estábamos los seis saltando sobre las sillas,
el sillón, algunos sobre la mesa ratona.
Mamá nos había comprado bonetes, serpentinas y silbatos.
Todo
era realmente un lío bárbaro y no había forma de pararnos. Lo peor fue que ensuciamos
la alfombra nueva con gaseosas y mostaza de los panchos.
Yo
nunca había estado en un velorio y era muy divertido.
Pero
nos sentíamos muy contentos: por fin habíamos logrado atrapar con la red a la
rata que andaba por los techos, y de un
golpe en la cabeza, la dejé “seca”. Me decían Héroe. Preparamos una caja de
cartón toda forrada, y de la cola, la metimos ahí. Entonces hicimos una
reunión, a la que mamá llamó Velorio.
Salió
todo perfecto.
Ahora
tengo treinta años: nunca me voy a olvidar de mi primer asesinato ni de mi
primer velorio, cuando era un mocoso de siete años.
Este relato lo comenté en Falsaria, al releerlo me vuelve a arrancar una sonrisa, me deja ese sabor a travesura, la adrenalina de un niño
ResponderEliminaral luchar con ese monstruo, salir airoso y el festejo final de la victoria.
Hermoso, ¿lo entenderán los mayores?.
Un abrazo.
Luis