A LA HORA SEÑALADA
Entro después de seis años, a la casa de mi padre –fallecido hace un mes-. Espero el retorno al hogar familiar con melancolía y algo de intriga. Mi madre pasó hace diez años a una mejor vida.
Una casa grande con olor a rancio me recibe después de abrir las cuatro llaves de la puerta de entrada. La añoranza se disipa rápidamente. Nada es lo que era: los muebles de estilo vasco se superponen, rayados; paredes descascaradas; sofás y sillas rotos; floreros vacíos y quebrados; cuadros de firma destrozados; arañas sin lamparitas y mucho, mucho polvo y mugre por el piso. Y sólo estaba en la sala y el comedor. Comienzo a sentir miedo del resto.
Poder abrir los dormitorios, la cocina, el baño y la puerta que da a la escalera que va al piso superior, me lleva tres horas. Cada puerta, cuatro candados. Mi sospecha de psicosis alcohólica paranoica confirmada, en un hombre de una inteligencia superior. ¡Qué desperdicio!, pienso.
Abierto todo, el gran manojo de llaves mojadas por el llanto, decido entrar y ver con detenimiento el gran cuarto que llamaba “desván”, en el piso superior, y que siempre me fue vedado. Corroboro el famoso Síndrome de Diógenes Negativo y siento una pena inconmensurable. Sobre una mesa de sastre que perteneció a mi abuelo materno, cientos de relojes de todo tipo se amontonan.
No puedo creer lo que veo. Todos y cada uno están funcionando. Pero todos y cada uno señalan una hora distinta. Es algo inconcebible para mí. Mi padre falta de su casa desde hace tres meses. Imposible que las cuerdas hayan durado tanto tiempo. Y sin embargo es así. Yo, una escéptica empedernida no puedo aceptar la magia y sin embargo…
De la melancolía al rechazo, del rechazo al dolor, del dolor y la pena a la sorpresa y el recelo.
Justo en el medio de la mesa, sobre todos los demás, el reloj de oro de cadena que perteneció a su padre: macizo y pesado, labrado con sus iniciales, hermoso, perfecto. Lo acaricio recordando mi niñez y regresa un algo de tenue alegría. Abro la tapa con mucho cuidado.
Es el único que está detenido. Es el único que marca las 18.43 hs. momento exacto en que mi padre dejó por fin todo lo que no se pudo llevar a ningún lado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por tu comentario. Lidia