FUERA DE HÁBITO
Muchos tratan de bajar en la oscuridad y salir a la calle. El
apagón fue repentino. Nadie estaba
preparado: los que no eligieron permanecer en sus departamentos, se resbalan en
la escalera, algunos se caen; los chicos corren.
Él salía a caminar como todas las noches por la costa:
vive en el tercer piso y nunca usa el ascensor. Los escucha gritar, alguien lo
golpea y lo desestabiliza un poco, sólo un poco.
—Federico vení para acá… ¡tené cuidado!
—¿Dónde estás Mariela? No te vayas a caer…
Qué extraño, piensa. Parece que todos los
padres están buscando desesperados a sus hijos. Ya deberán estar cenando.
Demasiadas personas pasan a su lado por la escalera. No
es habitual: les gusta el ascensor; es más rápido y cómodo. Un nudo en la
garganta lo sorprende. El perro se detiene y se echa en el rellano. Él se
sienta en un escalón. Está desconcertado.
Si él viera, se daría cuenta de que aun así no podría ver nada por el
corte de luz.
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Gracias por tu comentario. Lidia