ABSUELTA DE PECADO
Rodeada de mujeres oscuras día y noche, el hábito esconde sus formas
femeninas, sus movimientos livianos y mudos; pero el roce de la tela negra
contra sus piernas al caminar sumado a la presión constante de la fajasas, aterradoras como todo lo desconocido. alrededor del pecho, le generan
sensaciones voluptuosas
Ni el silicio ni la confesión semanal calman su culpa o
su placer.
En secreto, se depila desde la ingle hasta los tobillos y
acaricia sus axilas anónimas en la austeridad de su celda. Afiebrada, imagina
brazos amarrándola, bocas pegadas a su cuello huérfano de sol, manos enredadas
en el pelo negro que dejó escondido y largo contra todas las reglas.
Es célibe pero ya no es casta.
Desde hace días mira al Cristo como quien adora al
desnudo David de Miguel Ángel. Después de diez años de rezo y votos, ha llegado
a la conclusión de que la alianza en su dedo le da el derecho a sentirse mujer.
No confiesa, no habla, ya no sufre; ha aceptado el deseo y la placidez de ser
esposa de ese hombre en la cruz.
Aunque sea polígamo.
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Gracias por tu comentario. Lidia