YO,
COLECCIONISTA
Llevo al cándido púber a
mi cuarto y, traspasando la conversación sobre temas intrascendentes, lo violo.
Gozo al verlo aterrorizado y con náuseas, gimiendo de dolor.
Soy sanguijuela: bebo los
fluidos rojiblancos en desesperado ritual. Al fin, inservible para otra cosa,
lo abandono en un pasaje sin luz.
Limpio el puñal y guardo,
en la caja de madera labrada, otro pañuelo húmedo en semen y sangre.
Nunca serán suficientes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por tu comentario. Lidia