DEBUT Y DESPEDIDA
Mientras César escucha un bolero gris que habla de amores infames, sale
de la ducha, se cepilla los dientes y piensa. Hoy formará parte del jurado en
un caso de homicidio múltiple. Es su primera vez, su debut. Se juzga importante
como cola de pavo real desplegada: la vida de ese hombre depende de él. Y su
mujer le dijo que está orgullosa.
Anoche ella le preparó su traje, la mejor camisa, su única corbata, las
medias; no olvidó lustrar los zapatos. Él piensa que, como siempre, tiene todo
bajo control. Si supiera…
El caso está impregnado de misterio y locura: el acusado en cuestión (al
que considera inocente hasta que le prueben lo contrario) parece haber matado a
su esposa, su suegra, sus tres hijas e intentó suicidarse bebiendo una botella
de litro de detergente concentrado. Obviamente no lo logró porque hoy estará en
el banquillo.
César, jurado novel frente a este caso tan complejo, está decidido a ser
absolutamente imparcial y objetivo, aunque bien sabe que él mismo ha evadido
serias responsabilidades: salvó su
pellejo varias veces después de matar las indeseables mascotas de sus vecinos, decidió
acelerar la muerte de su padre iracundo con cloruro de potasio y dejó sin vida
a la última prostituta con la que estuvo.
Antes de vestirse toma la afeitadora…
¡rota! Se pregunta por qué el mundo está en su contra, por qué nada es
perfecto, por qué todo es al fin y al cabo una porquería… Se mira en el espejo
y la barba crecida le parece sucia, desprolija. No puede concurrir así al
Tribunal. La ira lo empantana. Saca el revólver de la cómoda y pone una
almohada sobre la cabeza de su mujer dormida, que se agita al tratar de liberarse:
no hace a tiempo. Suena el disparo junto con la recriminación: “¡¡¡Te dije que
quiero tener siempre mi afeitadora nueva y
lista!!!”
Minutos después se escucha la sirena policial.
Lamenta que hoy no tendrá el honor de juzgar al homicida múltiple.
Muy pronto él será el acusado.
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Gracias por tu comentario. Lidia