Aquel niño que bajó de la torre
sin haber tañido la campana estaba aterrorizado. Sus pesadillas, que hablaban
del incendio de la iglesia, no solamente alimentaban su miedo: eran la sutil
manera de expresar el encierro en una situación que no podía controlar.
Era Ciriaco el tímido. Era Ciriaco
el obediente.
Todo fue cambiando de a poco entre
los niños que concurrían al catecismo. El padre Luis decidió reunirse con ellos
en la sacristía, de a uno, después de la misa. Aquellos más valientes le habían
hecho saber que un clima de aprensión por lo que le sucedía a Ciriaco, se iba
extendiendo entre sus pequeños feligreses y el cura había decidido a
revertirlo. Debía cuidarlos. Eran sus pequeños tesoros.
Entre esas joyas infantiles Joaquín
y Mateo sobresalían porque eran confidentes y ambos hijos de padres violentos y
abusivos. Quizás por esto, los menos inocentes.
La noche los apañaba. Estaban
hartos de ser llamados últimos a la sacristía. Sin embargo nunca entraban juntos.
Estaban hartos de ser desnudados, tocados, acariciados, obligados a masturbar
al bueno del padre Luis y a dejar el cuarto con una condescendiente caricia en
sus cabellos.
La noche era su salvación y la de
sus compañeros: desataron un incendio que destruyó la iglesia, con el piadoso
del padre Luis durmiendo en su lecho.
Un canalla menos escudándose en la
sotana.
El resto, trabajo para los heroicos bomberos.
Lidy, estoy medio bajoneado. Parece que se ha caído Psico definitivamente. Mirá, hablamos con Anita de seguir el taller como está vía facebook, así no dependemos más de unos administradores vagos y escribimos tranquilos. Para eso tendrìas que hacerte una cuenta, porfa. Es importante conservar nuestro espacio. Mi mail es agustinlorenzoluna@hotmail.com. Por favor, pasame el tuyo. Por suerte, tengo a varios de los compas del foro agregados al Face... Pero no sé cómo vamos a encontrar a Ricardo y a Harey o a Mefisto, entre otros... Besos.
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