miércoles, 3 de marzo de 2010

APRENDIZAJE

CONCURSO "La televisión y las letras": CUENTO ELEGIDO POR "EL ESCRIBA"
Aprendizaje

Indudablemente, la televisión es educativa.

Un gato negro se cruzó delante mío. No es que yo sea prejuiciosa pero me dio un escalofrío. Había hecho este camino cientos de veces. Siempre de noche, de vuelta del bar adonde trabajo. Conocía cada puerta. Conocía cada adoquín suelto y cada farol quemado. Siempre sentí predilección por los gatos. De cualquier color. Pero esta vez presentí algo extraño.

Empecé a canturrear la última canción de Sabina. No sabía toda la letra. Lo suficiente como para sentirme acompañada en la negrura de las 2 de la madrugada. Estaba cansada, muy cansada. Había sido un día terrible, de esos en que los clientes se ponen pesados, ruidosos y mal hablados. Más de lo acostumbrado. Y yo ya no quería más. Necesitaba el calor conocido de mi cama, mi salto de cama color manzana, una taza de leche caliente con cognac y una película de miedo en la tele. Esas cosas siempre me permitían dormir con placidez.

Faltaban dos cuadras para mi casa. Y al llegar a la primera esquina me sorprendió la aparición de un bulto oscuro e indefinido. No me dio tiempo a nada. El tipo, desmesurado como un container, alzó dos potentes garfios de cinco dedos cada uno que aprisionaron mis brazos. Yo, siempre preparada para una eventualidad como esa, con mi spray de pimienta en un bolsillo, mi navaja automática en el cierre exterior de mi cartera y mi rodilla derecha virtualmente dirigida como flecha a sus testículos, me quedé estática y con la mente en blanco. Secuestrada por el miedo. Con una mano, no sé cuál, me tiro del pelo hacia atrás y me pasó una lengua cremosa por la cara. El asco me atravesó como un rayo y con mi mano derecha liberada no sé cómo ni cuándo, lo golpeé en la garganta, creo. De ahí en más, sólo atiné a salir corriendo. Volaba. No sentí que mis pies tocaran el piso. Mi mano derecha golpeaba cada tanto la pared o una puerta, pero por primera vez en la vida, me parecía que era liviana como algodón. No creo haber emitido ni un sonido, muda voladora. Sólo quería desaparecer, como si hubiese hecho algo pecaminoso. Escuchaba gritos detrás de mí, golpes de botas, retumbar de tambores…

A las 3 cuadras, todo el ruido fue disminuyendo y me di cuenta de que el tum tum era el de mi corazón todavía aterrado. Por supuesto, había dejado atrás mi casa, que siempre estaba con el televisor encendido para que todos creyeran que había alguien. Ingenua seguridad de entrecasa. No quería que él supiera adónde era. Me escondí en un zaguán que conocía al pasar cuando iba al parque, generalmente a la luz del sol. Y esperé. Y esperé. Y esperé. Y cuando mis tambores cesaron me senté en el piso de baldosas frías. Ahí me parecía seguro.

Madrugó. Tengo mi cartera, no estoy lastimada, me dije. La rodilla no la utilicé, la pimienta y la navaja podrán servir para otra vez. Eran las 5. Volví a mi casa y dormí hasta el día siguiente. Sobreviví.

Todavía me estoy preguntando de qué película de Chuck Norris o Van Damme saqué el magnífico y potente golpe de mano en la tráquea. Sí. La televisión es educativa al fin y al cabo.

OBSESIÓN ESTÉTICA

OBSESION ESTETICA

Silvia se mira en el espejo durante mucho tiempo durante la tarde. No sólo recorre pausadamente su rostro con las manos tratando de detectar alguna imperfección subcutánea imperceptible a la vista; también ejercita sus músculos para retrasar la aparición de arrugas. Sabe bien cómo se hace. Lo enseña a otras mujeres en su programa por cable. Después coloca lociones y cremas para mantener el cutis sano. Y por último, prueba los últimos maquillajes en salir a la venta. Tiene el cabello fuerte, brillante y dócil, y esto le permite cambiar el peinado varias veces y quedarse con el que mejor le sienta. En el cuarto se detiene unos minutos frente al espejo observando en su cuerpo, de frente, de perfil, de espaldas (de paso aprovecha para ejercitar los músculos del cuello), se toma las medidas para controlar que su eterna dieta continúe dando buenos resultados, y pasa a probarse la ropa que se pondrá esta noche, o mañana por la mañana. Conecta la plancha y deja impecable la pollera, el pantalón, la camisa o el suéter. Elige la bijouterie que se acomodará mejor al estilo que usará. Termina justo a tiempo para tomar su baño de inmersión con espuma y aceites. En la bañera practica ejercicios modeladores y reafirmantes y al final se ducha rápidamente con agua fría para estimular sus capilares. Su madre, modelo profesional, le enseñó desde la niñez todo lo que se precisa para ser eternamente joven y bella.
Silvio (nombre que le habían puesto al nacer) nunca consiguió que su padre la considerara una verdadera mujer, como todos lo hacían.

Lidia B. Castro Hernando

Escritosdemiuniverso

Este blog es como ese universo que construyo día a día, con mis escritos y con los escritos de los demás para que nos enriquezcamos unos a otros. Siéntanse libres de publicar y comentar. Les ruego, sin embargo que lo hagan con el respeto y la cultura que distingue a un buen lector y escritor natural.



“Que otros se jacten de las páginas que han escrito; a mí me enorgullecen las que he leído…”
Jorge Luis Borges



Escritura

Escritura
esa pluma que todos hubiéramos querido tener entre nuestros dedos