viernes, 6 de mayo de 2016

Tuve un amigo...

Tuve un amigo... Por David Gómez Salas
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Fuimos vecinos en Barrio Nuevo en mi querida Tapachula y doy gracias a Dios por haberlo conocido; no fuimos amigos, apenas nos saludábamos por casualidad cuando él pasaba por la calle, en su bicicleta.  Sin embargo 30 años después me pude dar cuenta que había conocido a una persona que traía en la sangre y huesos, las virtudes de honestidad, lealtad y solidaridad.
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Resulta que en una ocasión hice un proyecto para cancelar una pequeña planta de tratamiento de aguas residuales que no funcionaba y que en lugar de reconstruirla era más conveniente enviar las aguas residuales de esa planta al sistema de alcantarillado de la ciudad, para que fueran tratadas junto con otras en una gran planta de tratamiento con mayor capacidad.  Es más barato operar y dar mantenimiento a una planta de tratamiento grande que operar y dar mantenimiento a muchas plantas pequeñas.
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Así que las autoridades decidieron demoler la plantita con capacidad para tratar dos litros por segundo de aguas residuales y en su lugar construir dos cárcamos de bombeo y una línea de alcantarillado para interconectar estas aguas residuales a la red general de alcantarillado de la ciudad.
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En aquella época existía un programa gubernamental para hacer obra pública llamado Solidaridad mediante el cual se construían obras en que la población aportaba el 50% del dinero y el gobierno aportaba el otro 50%. Se llamó programa peso por peso, o algo así.
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Como cualquier proyecto de obra se realizaron todos los cálculos de ingeniería, planos, especificaciones técnicas, catalogo de conceptos y presupuesto.  El proyecto fue sencillo y  representaba un costo aproximado de 1,600 millones de pesos viejos. Cuando el peso no valía nada.
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El gobierno llevo a cabo la licitación y ganó el concurso una empresa que había cotizado 3,200 millones, es decir el doble de lo que yo había estimado en mi proyecto. Lo cual significaba que la población aportaría 1,600 millones, que era lo que realmente costaba realizar esa obra. Nada podía hacer porque mi trabajo terminaba al entregar el proyecto y el gobierno decidía quien lo construía y el precio a pagar.
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Las empresas que concursaron y no ganaron se inconformaron porque muchas de ellas habían presentado propuestas más económicas y habían sido descartadas sin razones válidas.
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A través de mi Gerente los funcionarios solicitaron verbalmente que modificara el presupuesto que había entregado en el proyecto y claro que me negué.  Yo tenía un ejemplar completo del proyecto entregado y una carta de entrega en donde describía el contenido del proyecto, el número de páginas de cada capítulo, listado de planos, etc. Todo a detalle para que no pudiera ser modificado.  Mi negativa me causó innumerables problemas. El límite fue la imaginación de los conspiradores.
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Llevaron unos cuantos planos a los vecinos y les dijeron que mi proyecto estaba incompleto, un vecino me llamó por teléfono y acudimos a presentar el proyecto completo.
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Los funcionarios del gobierno contrataron un "Perito" quien a cambio del pago dijo que había detectado que posiblemente los cárcamos flotarían al subir el nivel del agua subterránea y estando los tanque vacíos. Acudimos a una reunión en la que participaron funcionarios del gobierno local y de otras dependencias. La demostración fue muy simple, porque solo hay que calcular el peso del tanque vacío y si pesa menos ese volumen de agua, el tanque flota; y si pesa más el tanque que ese volumen del agua es imposible que flote. El tanque de concreto vacío pesaba mucho más. Además para garantizar que el tanque no flotara, el tanque se construyó con dentellón exterior perimetral en la parte baja, sobre el cual se colocó un relleno de rocas, de esta manera el tanque quedó anclado por la parte inferior y para levantar el tanque había que levantar el volumen de roca existente en la zona perimetral.
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Todas las intrigas sobre aspectos técnicos fueron disueltas, se pidieron dictámenes del proyecto eléctrico, estructural y todo quedó homologado.  Ahora que han pasado más de 20 años de construido y en los cuales se han presentado lluvias torrenciales y que ha quedado demostrado que el tanque nunca ha flotado un milímetro ni sufrido movimiento alguno, aquellas intrigas suenan ilógicas, pero en aquellos años provocaban calumnias.
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Una vez que ya no hubo dudas técnicas vinieron actos de intimidación por parte de los funcionarios del gobierno. Un día me llamó por teléfono un amigo para avisarme que me atacarían e través de la prensa local; así que decidí acudir a mi amigo de barrio, de infancia Marco Aurelio Carballo que entonces ocupaba el cargo de Jefe de Redacción en la revista Siempre!
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Le llevé copia del proyecto, cartas, dictámenes y fotografías. Marco Aurelio me pidió una fotografía y publicó en la revista Siempre! una nota sobre mi labor a favor del cuidado del ambiente, en una sección de la revista llamada "figuras de la semana" en el mismo número en que el Gobernador publicaba una nota sobre su informe anual de Gobierno.
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Aunque la nota que publicó sobre mí era totalmente ajena a la intriga del cárcamo, la nota fue muy efectiva. No lanzaron su campaña en mi contra, supieron que no estaba solo. Que tenía un amigo.
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Diez años después decidí escribir cuentos y no solo escribir para mi, pues mi intención fue enviar esos cuentos, los primeros que escribía en mi vida, a un Concurso Nacional llamado Mi primer libro. Fueron cinco cuentos que agrupados con el título "Decisiones de alto riesgo", género novela corta, cuentos y ensayos. Una aventura audaz. Tenía dos meses para escribirlos cuando tomé la decisión de participar. De nuevo acudí a mi amigo de barrio, de infancia... creo que abusaba de su bondad y paciencia.
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Marco era Premio Nacional del Cuento y entre otras actividades impartía un taller de narrativa, así que me envió una guía que contenía recomendaciones fundamentales, algunos vicios que deben evitarse,  puntos de vista de Stephen King, los diez mandamientos de Stephen Vizinczey, el mejor oficio del mundo de Gabriel García Márquez, el ideario estético de Robert Louis Stevenson y bibliografía.
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Escribí cinco cuentos: Frente al delincuente, Las palabras sobran, Desde el pantano, La trampa de diablo y Cortina de humo.
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Marco leyó los tres primeros y me dio valiosos comentarios y observaciones; y no quiso leer los últimos dos. Lo comprendí porque eran cuentos rimados y por lo tanto infringía algunas o muchas recomendaciones de la narrativa.  Lo mejor fue que le gustaron los primeros tres, eso me dio mucho gusto, me levantó el ánimo y llegue a soñar que sería fabuloso ganar un premio a la primera vez.
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Me recomendó escribir en primera persona porque es más intenso relatar los hechos como vividos que como un narrador omnipresente. En su guía Marco recomienda tomar como base para  un cuento alguna experiencia propia así se tiene la certeza de que el cuento no se parecerá  a los de otros autores. Claro que se puede escribir de todo, con mucha imaginación; sin importar que a otros se les ocurran las mismas fantasías.
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Marco recomienda en sus notas, no usar la sintaxis retorcida, ser cuidadosos con el uso de las metáforas, analogías, tiempos de los verbos, uso de preposiciones, palabras rebuscadas, cacofonías, aliteraciones, sinalefas, lugares comunes, frases hechas, ritmo atropellado, abuso de adjetivos y adverbios. Recomienda ser preciso en el uso del lenguaje y saber distinguir entre un vocabulario amplio y el lenguaje rebuscado. En fin sus  notas y consejos fueron para mi muy valiosos. Y sobre todo me recomendó leer, leer, leer y leer; me dio un listado de cuentos y novelas.
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No es fácil encontrar un amigo que de su tiempo como me lo dio Marco. También me sentí muy afortunado porque Marco creyó en mi honestidad, a pesar que había pasado casi 30 años de no vernos.  Quizás él tenía los mismos sentimientos que yo albergo en mi corazón para mis amigos de infancia y para quienes conocí en esa etapa de la vida. A todos ellos los recuerdo con cariño y los imagino buenos.


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“Que otros se jacten de las páginas que han escrito; a mí me enorgullecen las que he leído…”
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