viernes, 12 de junio de 2015

DOS LOCOS LINDOS

DOS LOCOS LINDOS
Mi tío Julio era “un loco lindo”, ¿vio? Yo quería parecerme a él cuando fuera grande. Mire la foto que nos sacaron una vez a los dos, él con 40, yo de 15… ¿No parecemos hermanos? Resulta que la familia conocía cosas de las que no se hablaba, y estaban de acuerdo en que loco era, pero no lindo, más bien peligroso. Para mí fue una especie de justiciero. Decían que había estado en un loquero por un tiempo para evitar la cárcel. Por cuestiones de burros. Quisieron matarlo y él se defendió clavándole, a un flaco, un puñal en el hígado. Sentenciaron: locura, y así zafó ¿vio? Para mí era un tipazo; vagabundo, sin ataduras, de buen humor; ¡déle plata y regalos para los chicos de la familia! ¡Nunca lo vi encerrado! Un día fuimos a visitarlo  a su casa; tenía una pared llena de armas de todo tipo: escopetas, revólveres, arcos y flechas, jabalinas, rifles, dagas, cerbatanas. Lo que se le ocurra. Todo traído de sus viajes como explorador y buscador de oro ¿vio? Y nos contaba historias en las que él salía bien parado y los demás, muertos. Otras historias, si las había, se las guardaba bien guardadas.
Yo también me llamo Julio. (Y ya que me preguntó, estoy en el Borda por equivocación). La familia dice que soy lindo como él, por eso antes de que me metieran acá, hace dos años, me gastaban: ¡Andá… loco lindo! A mí no me hace ni fu ni fa, ¿vio? Al contrario.
Las cosas de que se acuerda uno, ¿no? Cuando el tío murió, ¿sabe que lo mató un colectivo que cruzó en rojo?… ¡qué absurdo! en el diario salió que el explorador de la selva había caído en una esquina del Bajo Flores. ¡Una cargada! Como le decía, cuando el tío murió, yo me encargué de las armas. Deshacete de todo, dijo mi vieja. Pero yo me acordaba de cada aventura y se me estrujaba el corazón, ¿vio?
Todos los que él había mandado al otro mundo: los indios del Amazonas, los watusi del África, los jíbaros del Ecuador, el pirata de las Antillas, los dos bandoleros de Turquía, el mafioso siciliano, todos, aparecieron en mi casa a reclamar. Y yo no tuve más remedio que devolverlos uno a uno, matándolos otra vez… ¿Cómo se les ocurría? Mi tío era hombre de una sola palabra, un solo tiro, un solo navajazo ¿vio? ¡Qué ídolo!
Cuando él vuelva, porque yo sé que va a volver, me va a sacar de acá. Anduve matando colectiveros, sí. Y al que lo arrolló, también. Tenía que hacer justicia. Por eso me dicen El Zorro. Escúcheme bien. Estoy en el Borda por equivocación. Para mí, yo tendría que estar en la cárcel, ¿no le parece, don Robin Hood?
           

 del libro: ESA OBSTINADA COSTUMBRE DE MORIR

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Este blog es como ese universo que construyo día a día, con mis escritos y con los escritos de los demás para que nos enriquezcamos unos a otros. Siéntanse libres de publicar y comentar. Les ruego, sin embargo que lo hagan con el respeto y la cultura que distingue a un buen lector y escritor natural.



“Que otros se jacten de las páginas que han escrito; a mí me enorgullecen las que he leído…”
Jorge Luis Borges



Escritura

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