domingo, 11 de enero de 2015

ESCONDITE EN PLAZA RODRIGUEZ PEÑA

¡Estoy harto! Sí. Esa palabra es la que usa papá cuando vuelve del trabajo. También la usa mamá, cuando se sienta a tomar mate viendo la telenovela de las seis de la tarde. Dice estoy harta de planchar ropa, lavar platos, barrer pisos, coser medias y calzoncillos de todos. Esa palabra se escucha un montón en casa. Ahora la entiendo. Es cuando uno está muy cansado de hacer siempre lo mismo o de que le pasen las mismas cosas. Por eso ¡Estoy harto! Pero esta vez no voy a llorar como siempre cuando me encuentran en las escondidas. Basta.
Siempre. Era una palabra muy fea para él. Siempre lo encontraban antes de que pudiera tocar el árbol con la mano. Siempre perdía. Y por eso estaba harto. Pensó con una insólita determinación para siete años que esta vez no lo iban a encontrar. Papá dice que el mundo es para los ganadores… Pero me parece que él pierde como yo, porque mamá le grita ¡perdedor! cuando viene los domingos de las carreras.
Y cuando Matías se apoyó contra el árbol de Charcas y Callao para contar hasta cincuenta, ya tenía planeado lo que iba a hacer. Corrió velozmente por la plaza, levantó la puerta de metal que habían dejado sin traba y se metió. Bajó los cinco escalones que iban al sótano donde antes guardaban la máquina de cortar el césped y otras herramientas. El depósito estaba vacío: hacía mucho que nadie cuidaba bien la plaza. La puerta de metal se cerró despacio detrás de él y quedó a oscuras.
No tengo miedo. No tengo miedo. ¡Este es un escondite bárbaro! También es lindo para jugar a los soldados y para guardar la colección de escarabajos. Después decidiría eso. Estaba satisfecho. Los chicos no lo iban a encontrar ahí y por fin iba a ganar.

Dos meses después, la policía encontró el cuerpo de Matías -el chico desaparecido mientras jugaba con sus amigos- cuando rastrearon con perros la zona comprendida por las Avenidas Córdoba, Callao, Santa Fe y la calle Montevideo y lograron abrir la puerta de metal que no tenía picaporte por dentro.  
                                                                                      





7 comentarios:

  1. Un relato tan duro como impresionante. Fantástico Lidia, de esos que se te pegan al corazón. Un abrazo

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  2. Excelente texto, Lidia. Siempre disfruto tus escritos. Un abrazo!

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  3. Hola Lidy.
    Impactante como el anterior. No pasa desapercibido.
    Un beso.

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  4. Un buen relato con un final terrible. Saludos.

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  5. Epa! como pega este relato, es muy fuerte, no recuerdo haber leído algo tan dramático tuyo.
    Excelente.
    Un abrazo amiga.

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  6. Fuerte, muy conmovedor. Un abrazo, Lidia.

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  7. Un relato muy dramático. Los niños son atrevidos e imprevisibles, y a Matías le costó caro. Más impactante aún, que el GUARDIÁN, que he comentado antes. Me gusta mucho cómo escribes. Nuevamente te felicito por este gran relato.

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Gracias por tu comentario. Lidia

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