AL BORDE
¿Qué hacen todos alrededor de mi cama? No estuvieron
cuando cumplí los 70, los 75, ni los 80. No estuvieron cuando estaba tirado en
la calle, sin nada que comer. No estuvieron cuando la arena era mi colchón. No
estuvieron cuando el frío era la única manta permanente. Estaba solo y tan
acompañado por las gaviotas, la hamaca de las olas y el viento norte. Estaba
solo y no me sentía solo.
Un número de lotería regalado me sacó de ese mundo simple
donde cada cosa era lo que parecía ser y nada más. Y de repente aparecieron
sobrinos, hermanos, hermanas, parientes que se multiplicaron como sanguijuelas.
En esta cama de hospital, a la que no sé ni cómo llegué,
me veo sin sonrisa, sin voz, sin fuerza; en apariencia muy acompañado, pero tan
solo, tan absoluta y profundamente solo, con una soledad auténtica y
definitiva.
Casi soy feliz.
No me van a quitar esto último que me queda. Los 85 me
han hecho joven, independiente, deseoso del fin.