sábado, 23 de noviembre de 2013

PREMIO CERVANTES 2013


La escritora mexicana Elena Poniatowska es la ganadora del Premio Cervantes de 2013, en cuyo palmarés sucede al poeta gaditano José Manuel Caballero Bonald. Poniatowska se convierte así en la cuarta mujer que entra en el palmarés del primer premio de la literatura en español, después de Dulce María Loynaz, María Zambrano y Ana María Matute. 

Poniatowska es un caso singular en la literatura mexicana: nació en París, hija de una familia de nobles polacos huidos de los turbulencias políticas de la época. Sólo llegó a México y al idioma de su literatura (también el de su familia materna) cuando tenía siete años. Pasó la adolescencia en estados Unidos y llegó a la edad adulta con el equipaje de una princesa austrohúngara. 

Y con esa extraña presencia, Poniatowska debutó en la literatura con los relatos de Lilus kikus (1954). "Todo en este libro es mágico", dijo Juan Rulfo de aquel debut, que, como su primera novela, Hasta no verte Jesús mío, sólo es un presagio de lo que iba a significar su carrera. Fue el periodismo, dicen los cercanos a Poniatowska, el alimento que dio proteínas y nervio a la obra de la autora, el que evitó que sus relatos fueran las historias de una niña bien que se interesa por los pobres. 

"Lo malo es quedarse mucho tiempo en el periodismo. Pero la verdad es que es difícil salirse de él. Después de que el periodismo lo pica a uno no es nada fácil librarse", dijo en 2010 Poniatowska, que debutó en los medios con una larga serie de entrevistas que la acercaron a la tierra. Es el tópico casi confirmado de muchos escritores latinoamericanos: la extravagancia del día a día en el que viven mejora sus fantasías. Amanecer en el Zócalo. El libro crónica Los 50 días que confrontaron a México y su ensayo sobre Octavio Paz,Octavio Paz: Las palabras del árbol, son dos pruebas de ese realismo periodístico. 

Y no sólo eso: cuando se leen novelas como El tren pasa primero se reconocen técnicas propias del periodismo aplicados a asuntos historiográficos y a temas tan sociales como la injusticia, la moralidad, la colectividad... En aquellas páginas, la historia de la Revolución Mexicana aparecía contada desde la esquina de unos trabajadores ferroviarios en medio de la contienda. Quien haya leído cualquier novela de Aguilar Camín o Los testigos de Juan Villoro, ya sabe de dónde les viene una parte, al menos, de la inspiración. 

El nombre de Poniatowska, atractivo parta un jurado por la extensión de su carrera y por su posición atípica en la literatura latinoamericana (contemporánea al Boom pero ajena a su núcleo duro), no estaba entre los favoritos del Cervantes de este año. Si se atendía a la lógica de que este año tocaba un escritor latinoamericano y un narrador, los favoritos eran el argentino Ricardo Piglia y el nicaragüense Sergio Ramírez. Piglia, más intelectual; Ramírez, más poético. Poniatowska queda en medio, más pegada a la tierra. 


lunes, 18 de noviembre de 2013

FALLECIÓ UNA GRANDE DE LAS LETRAS

Falleció la Nobel Doris Lessing a los 94 años




El pelo recogido en un trenzado a la nuca. El gesto que delata el pasado de niña inquieta, de mujer rebelde. Los gatos. Algún cigarrillo en el pasado.
Tenía 94 años, varios premios, entre ellos, un Nobel, 
y muchas, muchas novelas, y murió este 17 de 
noviembre en Londres, allí, donde decidió empezar su carrera como escritora.

Aunque Doris Lessing nació en Irán (cuando todavía era llamado Persia)en 1919, con el nombre Doris May Tayler, fue África el continente que la vio leer esos libros que su madre se encargaba de encargar con meticulosidad. Sus padres eran británicos y pasó su infancia en Zimbabwe, entonces territorio que recibía a una gran población de europeos y que acentuaba así las grande diferencias entre blancos y negros. Allí creció la escritora, en una choza de barro y techo de paja, entre los enfrentamientos con su madre, los conflictos raciales y la atracción por un paisaje imponente de sabana.
A los trece años se fue de su casa. Tuvo tres hijos y dos maridos. Con uno de sus hijos, el menor, fue que viajó a Londres a sus 31 años, cuando ya tenía terminada Canta la hierba, su primera novela. Todo el resto lo dejó atrás. De su pasado amoroso, luego diría: "Creo que el matrimonio no está entre mis talentos. He sido mucho más feliz cuando no estuve casada que cuando lo estuve. Soy una persona incasable. No puedo imaginarme un matrimonio que tenga sentido para mí. Una vez pasados los 30 años, creo, resulta cada vez más difícil casarse para una mujer. Es fácil cuando se es una adolescente; a lo mejor ahí reside el mecanismo para la continuación de la especie". Su novela, en tanto, le daría una razón: su talento pasaba por otro lado, por la escritura, en tramas que narran, sobre todo, las situaciones de las minorías.  
En los sesenta y los setenta militó a favor del feminismo y el socialismo. Su libro, El cuaderno dorado, publicado en 1962, es una bandera de esas causas, y narra la historia de una escritora que escribe su propia vida. Fueron muchas las novelas y los cuentos que se siguieron entre esta y la llegada del Premio Nobel en 2007. También, fueron muchos los cambios: el de género literario fue uno de los más fuertes, al menos, para sus lectores, que con su incursión en la ciencia ficción se mostraron decepcionados ante libros como Shikasta.
Cuando la premiaron con el máximo premio literario, fue su editor el que leyó el texto que ella mandó desde su casa, ya que estaba muy enferma y no había podido asistir. Para ese momento, en el que sabía que el mundo entero posaría sus ojos en ella, en sus palabras, decidió evocar a Zimbawe, en una de sus visitas, en la década del ochenta: la escuela donde trabaja un amigo, la corrupción, el hambre, y el pedido de libros de la gente del lugar; gente que sabe leer, que quiere leer, pero no tiene libros. "La escritura, los escritores, no provienen de casas sin libros", decía, alertando sobre la necesidad de atender a ese pedido. 
El premio fue polémico. Pero fueron muchos, en realidad, quienes la consideraron una de las escritoras más influyentes del siglo XX y por eso el Nobel fue el máximo galardón de una tanda de muchos, entre los que se contó, también, el Príncipe de Asturias, en el 2001.
Vivía en Londres, a donde se fue al inicio de su carrera. Todavía hablaba con pasión y furia de lo que ocurría en África, del hambre y la pobreza en el país que la vio nacer; decía que odiaba a Irán; había recorrido Afganistán y señalaba a los soviéticos como los responsables del caos y la violencia y la pobreza en ese país. Sabía y se comprometía con Oriente y África. Con su pasado. 
Entre más de  medio centenar de libros; entre guerras, entre su hijo, su gato, y el descreimiento al amor eterno, a los fundamentalismos ajenos y a los propios; entre esas cosas pasaron los noventa y cuatro años de vida de esta autora. En una entrevista del diario El País, hace un par de años, le recordaban eso que ella tantas veces contó: esa infancia transcurrida entre leer y comer naranjas, y soñar. "Sigo soñando -respondió ella-, pero ya no como naranjas. Soy demasiado vieja para comer naranjas. Eso es hacerse vieja: no como de esto, no como de lo otro... Pero sigo leyendo mucho, y soñando".
Doris Lessing, la escritora que veía "un sueño" acabar con el terrorismo”]

domingo, 17 de noviembre de 2013

FOTO DE ARCHIVO

       Norma me pasó la última foto. Hacía dos horas que me estaba torturando con sus recuerdos de viajes y de fiestas familiares. No nos veíamos desde la secundaria y dio por sentado que debía ponerme al día con su historia personal. Ya me había tocado el turno y lo usé rápidamente; sinteticé mi vida en nueve acciones: estudié, me casé, me recibí, tuve un hijo, me divorcié, me casé, me divorcié, viaje, me casé, enviudé. Así, sin emoción, sin confidencias. ¿Qué más debía decirle a una mujer prácticamente desconocida con la que había compartido cinco años de mi adolescencia y luego, el silencio?
         No me había entusiasmado el encuentro casual ni la invitación a tomar un café en su casa; pero tenía una tarde vacía y algo melancólica, y me pareció que con intentar no perdía nada.
           Creo que lo único que me llamó la atención en su relato fue que había adoptado mellizos japoneses. Lo demás…obviable.
         A esta altura, en mí todo era simulación: recibía las imágenes en papel autómata, mis ojos hacían un movimiento de derecha a izquierda sin ver nada, y la mano apoyaba las fotos sobre una pila que ya tambaleaba. Me preocupaba que se cayeran al suelo y tuviera que ayudar a recogerlas. Coloqué la anteúltima con mucho cuidado.
            La última. Suspiré aliviada y por cortesía la observé con más detenimiento.    
        Mi pie izquierdo ya se había puesto en marcha virtual y tenía bocetado el saludo de despedida: ¡Qué alegría que nos encontramos! ¿Dale que nos reunimos otra vez el año que viene?
         Pero esa última instantánea esclavizó mi voluntad. Todo había sido “fríamente calculado”. La última foto: Martita y yo en el baile de fin de curso, abrazadas; ese beso en la boca a ojos abiertos que capturó Norma, y yo sorprendida en el primer pecado. Mi mirada descubrió todo un archivo la memoria. Y mientras mis ojos de hoy y de entonces se cruzaban, mi anfitriona, sarcástica, actualizaba la censura por no haber sido ella la elegida.
                      

PARA PENSAR CON FRANCISCO CONCEPCIÓN

La tiranía de los escritores

escritores, egoista, soñador,
¿Qué pretenden 
los escritores de los lectores?
Son muchos los calificativos que han recibido y siguen recibiendo los escritores. Mi mujer los define, con guasa, como seres solitarios, de carácter agrio, fumadores con ceniceros llenos de colillas, sentados tras una máquina de escribir antigua y escribiendo habitualmente en un escenario/ambiente muy barroco y recargado. Y aunque se cabree conmigo por la revelación: un poco vagos. Repito que es una fotografía irónica que hace ella y juntos nos reímos. Pero es muy cierto que es una imagen muy estereotipada y extendida de los escritores.

Yo trato de decirle que escribir es un trabajo duro. Que cuando yo escribo llego a sudar, a cabrearme, a excitarme sexualmente y hasta odiar y querer a los personajes. Y que escribir no es un acto tan agradable como parece. Que realmente agota. Conozco a pocas personas que puedan escribir más de tres horas seguidas.

Los escritores son (somos) unos tiranos y unos egoístas

1.- Canivalizan el tiempo (la vida) de los lectores.
¿Cómo te sientes cuando alguien te pide que le regales dos o tres días de tu vida? Pues eso es lo que pretenden los escritores. Que le dediques al menos 15/20 horas de tu vida a tiempo completo, que es la media que tardamos en

leer un libro. Pero ese tiempo que le regalamos a un escritor leyendo su libro, no es un tiempo barato, es un tiempo exclusivo. No puedes hacer otra cosa simultáneamente. Ni conducir, ni caminar, ni ver la Tv, ni hacer otro trabajo, ni escuchar a tu pareja... Exclusividad. Pocas acciones nos requieren de tal manera como el leer un libro.

2.- Que paguemos por su libro.
El escritor pretende que paguemos por su libro. Algo evidente. El precio medio del libro de papel en España es de 20 euros. Digo esto pues ya resulta muy fácil piratearlo. Y algunos lectores son incluso capaces de decírtelo, que lo van a bajar.

3.- Aceptar sus condiciones de juego y que seamos cómplices.
El lector tiene que acatar las condiciones que propone el escritor. Si el autor dice que un personaje vuela, debemos aceptar su propuesta. Es lo que sucede si leemos supermán. Debemos ser condescendientes con el ofrecimiento que nos hace, de lo contrario nos salimos del mundo, de la historia, del escenario... que nos propone y dejamos de creernos lo que nos relata. Nos pide descaradamente que seamos su cómplice.

4.- Crítica y transmisores.
Un autor lo que pretende es que el lector disfrute con la lectura de su novela y por lo tanto que posteriormente la critique positivamente, que se convierta en transmisor de sus excelencias. Actualmente cualquier lector dispone de un altavoz (Twitter, Facebook, foros, blogs...) para encumbrar un libro o tirarlo por los suelos. Esto algunos autores lo tienen muy claro.


Resumiendo:

Creo que los escritores, en ocasiones, no somos conscientes de lo mucho que le pedimos a los lectores. Y algunos abusan cuando escriben uno de esos ladrillos de novecientas páginas.

Por cierto, ¿sabes cual es el libro más largo del mundo?

Yo solo he reseñado algunos puntos por los que pienso que los escritores pueden “tiranizar” a sus lectores. Pero seguro que a ti se te ocurren más. Compártelo.

Los lectores (yo también lo soy) tampoco somos unos angelitos. También exigimos a los autores y somos unos tiranos. Pero de ello hablaré en otra entrada.

lunes, 11 de noviembre de 2013

CONMEMORANDO

Carlos Fuentes.jpg
Carlos Fuentes Macías (Panamá, 11 de noviembre de 1928-México, D. F., 15 de mayode 20121 2 ) fue un escritor, intelectual ydiplomático mexicano, uno de los autores más destacados de su país y de las letras hispanoamericanas, autor de novelas como La región más transparente, La muerte de Artemio Cruz, Aura y Terra Nostra y ensayos como La nueva novela hispanoamericana, El espejo enterrado, Geografía de la novela y La gran novela latinoamericana, entre otros.
Recibió, entre otros, el Premio Rómulo Gallegos en 1977, el Cervantes en 1987, elPríncipe de Asturias de las Letras en 1994, la Condecoración de Gran Oficial de la Orden de la Legión de Honor de Francia en 2003 y en 2009 la Gran Cruz de la Orden de Isabel la Católica. Fue nombrado miembro honorario de la Academia Mexicana de la Lengua en agosto de 20014 y Doctor honoris causa por varias universidades entre ellas HarvardCambridge yNacional de México.
El conjunto de su obra narrativa, que denominó "La edad del tiempo", está atravesado por una reflexión constante sobre la historia y la políticade su país, sus orígenes, su cultura, el complejo mosaico que conforma la sociedad mexicana y los problemas que afectan al país. No obstante, Fuentes también incurrió en obras de tono fantástico (AuraInstinto de Inez,Inquieta compañia, etc.) en las que el elemento social está más diluido o directamente ausente.

sábado, 9 de noviembre de 2013

UNA MARAVILLA DE EDGARDO EPHERRA

EL QUE CALLA      


          - Qué tipo joven -dijo el viejito de

gorro


          - Qué tipo viejo -dijo el muchacho

 de lentes
.
           
En el medio, el del cajón parecía sonreír.

miércoles, 6 de noviembre de 2013

LA CAMA

LA CAMA
Cama, hamaca, ama, amo, lamo, lama, dama, doma, loma, loca, poca, toca, toco, loco, lobo, lomo, pomo, pozo, coso, cosa, cola, sola, solo.
Solas, solos, la cama anida ensueños pasajeros, virtudes sostenidas, pecados perdonados y esperanzas casi perdidas.
Gritos disonantes, palabrotas impensables, posturas innovadoras que quieren inventar un mundo infinitamente descubierto.
Heno, paja, algodón, lana, plumas, y cosquillas, sostienen la ilusión de una pasajera eternidad.
Sangre, dolor y goce, primera mirada a la pequeña muerte. Buscada o rechazada es mito de unión que no iguala nunca la muerte definitiva del yo en el verdadero encuentro.


Escritosdemiuniverso

Este blog es como ese universo que construyo día a día, con mis escritos y con los escritos de los demás para que nos enriquezcamos unos a otros. Siéntanse libres de publicar y comentar. Les ruego, sin embargo que lo hagan con el respeto y la cultura que distingue a un buen lector y escritor natural.



“Que otros se jacten de las páginas que han escrito; a mí me enorgullecen las que he leído…”
Jorge Luis Borges



Escritura

Escritura
esa pluma que todos hubiéramos querido tener entre nuestros dedos