sábado, 26 de enero de 2013

NO HAY CASO, AUNQUE NO NOS GUSTE HABRÁ QUE ACTUALIZARSE DE A POCO


EL VELORIO


EL VELORIO
            “Si hacen bochinche no hay más velorio”. Eso fue lo que dijo mi abu María cuando entró en el living, esa noche. Estábamos los seis saltando sobre las sillas, el  sillón, algunos sobre la mesa ratona. Mamá nos había comprado bonetes, serpentinas y silbatos.
            Todo era realmente un lío bárbaro y no había forma de pararnos. Lo peor fue que ensuciamos la alfombra nueva con gaseosas y mostaza de los panchos.
            Yo nunca había estado en un velorio y era muy divertido.
            Pero nos sentíamos muy contentos: por fin habíamos logrado atrapar con la red a la rata que andaba por  los techos, y de un golpe en la cabeza, la dejé “seca”. Me decían Héroe. Preparamos una caja de cartón toda forrada, y de la cola, la metimos ahí. Entonces hicimos una reunión, a la que mamá llamó Velorio.
            Salió todo perfecto.
            Ahora tengo treinta años: nunca me voy a olvidar de mi primer asesinato ni de mi primer velorio, cuando era un mocoso de siete años.

lunes, 21 de enero de 2013

LO MATARON POR UN VIDRIO ROTO


 “LO MATARON POR UN VIDRIO ROTO”
                Comodoro Rivadavia, CHUBUT, 5 de enero de 2013. Un joven de 21 años, Cristian A. murió después de recibir 25 puñaladas por parte de un agresor que lo acusó de haberle roto el vidrio de su auto e insultarlo, en el barrio Máximo Abásolo de esta ciudad. El agresor de 25 años de edad, Marcelo V. circulaba en el vehículo Renault Clio junto a su novia, Betty C., cuando un grupo violentó el auto nuevo. El joven abandonó el coche y enfrentó a los agresores con un cuchillo. Pero tomó represalia sobre uno de ellos en particular, de 21 años, quien recibió 25 puñaladas ante la mirada atónita de sus amigos que, frente al ensañamiento, no se atrevieron a intervenir.
               
                Cristian conoce a Betty un sábado de Bersuit. Se imagina entre sus piernas y se alimenta de ese sueño hasta el sábado siguiente. Betty no sueña. Planea los próximos besos como un general su batalla. Pero no es una estrategia vacía de emoción. Cada vez que piensa en Cristian tiembla y los suspiros recorren su garganta hasta lastimarla. No está dispuesta a perderlo. Este sábado se atrapan con brazos y lenguas.
Mientras, Marcelo está en la Capital por negocios. Betty y él son novios desde hace dos años. Todo tranquilo, suaves proyectos de convivencia sin sed ni heridas. Entre ellos las palabras son tibias y nunca se plantean alcanzar el sol, sino una linda casita, un buen pasar, hijos.
Marcelo regresa con un coche nuevo y antes de poder mostrárselo a su novia, le llegan voces susurradas con malicia. Betty no es capaz de traicionarme se dice, y da por finalizado el tema, por eso en el encuentro no percibe ni las palabras atrapadas ni los gestos reprimidos de ella. La invita a cenar al nuevo restaurante del Pasaje Corintos, dispuesto a fijar una fecha de casamiento. Compra los anillos. Pasa una noche feliz sin darse cuenta de que Betty transita por un largo momento de nubosidad variable en sus afectos. Decide que le entregará las alianzas a medianoche, junto al lago del Parque.
Cristian  y sus amigos toman cerveza en la puerta del boliche La Guarida, de Corintos y Vega. Los hechos se desencadenan así: Marcelo dobla en esa esquina sin aminorar la marcha. Uno del grupo que está en la calle hace malabarismos con tres botellas. Ve de reojo el coche.  Con brillante torpeza, una da en la ventanilla del conductor. El vidrio se astilla. Marcelo frena en seco. Sale del auto con una inexplicable arma blanca. Aunque los otros se abalanzan sobre él para frenarlo, el destino parece guiarle la mano: dedica los 25 movimientos de atrás hacia adelante en el estómago, el corazón y el hígado -uno por cada uno de sus años- exclusivamente a Cristian, ante una Betty hecha piedra y pánico.

El joven señalado por los testigos como el autor del crimen permanece detenido en la seccional 6° de la policía de esta ciudad. Alega que no soportó que desconocidos violentaran su coche nuevo. Se lo juzgará por homicidio en segundo grado con ensañamiento y alevosía.

sábado, 19 de enero de 2013

CHICHIPÍO


CHICHIPÍO
            Se decía de él que tenía pajaritos en la cabeza, por ser suaves. Otros murmuraban que le faltaba un tornillo (pero en realidad era una cerradura). Todos conocían la historia de Chichipío, el loco lindo del barrio, que se la pasaba contando fábulas increíbles: que era el segundo hijo no reconocido de la Virgen María; que había conseguido el brevet para aviones de combate en la II Guerra Mundial (a pesar de que tendría unos cuarenta años); que había sido secuestrado por alienígenas, y después de muchas pruebas dentro del OVNI, le habían insertado un chip con forma de llave … y esas cosas.
            Lo cierto es que al Chichi, vagabundo por propia voluntad, que vestía una gastada túnica de arpillera, se lo veía siempre seguido por dos picaflores descoloridos a los que llamaba Chi y Pío, e intentando trepar a los cables de la electricidad.
            Los chicos de la cuadra acostumbrábamos arrojarle piedras hasta que las madres nos corrían con escobas llamándonos irrespetuosos porque era un santo.
            El Chichi comía lo que encontraba en los botes de basura o lo que esas piadosas madres le guardaban del día anterior. Después, subía a un árbol cualquiera y miraba hacia el cielo durante horas, como esperando.
            Pasaron los años. Pero el Chichi no cambiaba. Una tarde me acerqué a él en la plaza: le llevaba una marmita con pollo cortado y papas. Le pedí que bajara de la rama para comer conmigo. Con su sonrisa me indicó que no era peligroso, que no le tuviera miedo. Al deslizarse, acompañado por los pajaritos,  se rasgó un poco la vieja túnica y me dijo que su madre María, se iba a enfurecer. Lo calmé: la virgen no se iba a molestar.
            Me contó las historias que ya conocía y dijo que le gustaría irse en la nave espacial de nuevo: allí nadie le tiró nunca piedras. No pude menos que sonreír, incrédulo.
            Terminó su comida y mirándome fijamente señaló:
—Ellos me necesitan. ¡Ayúdeme! Precisan la llave para abrir la puerta del OVNI. Están encerrados desde hace muchos años; nadie me ayuda. ¡Yo no puedo sacarla porque se desvanece! Está cosida en la manga de mi túnica.

Muy suavemente, como si fuera un cirujano, arranqué un pedazo de tela  Y ahí estaba la llave que nadie daba por cierta. Se la di.

No cabía en mi asombro; estaba paralizado.
 —Gracias. Gracias. Usted es un buen hombre.
Recordé todas las veces que lo había apedreado sin razón y sonrojé.
Mientras, Chichipío dejó el banco de plaza donde estábamos y, seguido por los pájaros, salió corriendo hasta perderse de vista. Una luz muy fuerte y blanca me encandiló por un momento.
Sonreí.

jueves, 10 de enero de 2013

EL AÑO QUE VIENE (FANTÁSTICO ESCRITO DE ZAIPER)


Zaiper de Cruzagramas
Feliz año que viene

El año que viene llega con un montón de ventajas respecto del año pasado: Es nuevo. No está usado. Tiene todos los días de estreno. Sin vicios. Lleno de tiempo para llenar. En el año que viene vas a poder hacer todo lo que no hiciste en éste que termina. Y mucho más también. Y si no te gusta como queda el año que viene (cosa que te vas a enterar recién dentro de trescientossesentaycinco días a contar desde el primero de enero), tendrás tiempo de cambiarlo al año siguiente. O durante el mismo año. Y siempre quedará la posibilidad de mirar hacia atrás y decir cosas como: todo año pasado fue mejor. Porque los años tienen esa flexibilidad que se adapta al cuerpo. Son ergonómicos y aérodinámicos. Térmicos y acondicionados. Elásticos y biodegradables. Así que preparate. Ya llega: año que viene, en todas sus fragancias y sabores. El que gustes. El que quieras para vos. Porque, además, año que viene, es
único. Inevitable. Irrepetible. Aprovechalo.

Escritosdemiuniverso

Este blog es como ese universo que construyo día a día, con mis escritos y con los escritos de los demás para que nos enriquezcamos unos a otros. Siéntanse libres de publicar y comentar. Les ruego, sin embargo que lo hagan con el respeto y la cultura que distingue a un buen lector y escritor natural.



“Que otros se jacten de las páginas que han escrito; a mí me enorgullecen las que he leído…”
Jorge Luis Borges



Escritura

Escritura
esa pluma que todos hubiéramos querido tener entre nuestros dedos